WASHINGTON, 31 Mar. (OTR/PRESS) -
Una de las enfermedades con mayor tasa de mortalidad del mundo, el ébola, podría ser doblegada con vacunas en un futuro. La comunidad científica confía en el éxito de las investigaciones de un equipo de científicos estadounidenses y canadienses que, mediante distintas técnicas genéticas, han probado con éxito una cura del virus en primates y ahora buscan adaptar esta solución a los seres humanos.
El avance médico tendrá su puesta de largo en la reunión de la Sociedad de Microbiología general que tendrá lugar en Edimburgo, a la que acudirá el doctor Anthony Sánchez en representación de los centros de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta. Los investigadores usaron diferentes técnicas de combinación de ADN tras la que se alcanzó la efectividad en la cura del ébola en primates no humanos, según un informe recogido por otr/press. "El virus del ébola en los humanos es altamente letal (de un 90%), pero los monos raramente sobreviven a la infección", explicó.
De confirmarse el éxito en las pruebas en humanos, explicó Sánchez, "significará que se podrá vacunar a trabajadores sanitarios y personal clave durante los brotes", lo que ayudaría a proteger sus vidas y frenar el contagio. Además, el hallazgo tendría también aplicaciones en la búsqueda de curas para otros virus, como el Marburg, e incluso para descubrir algunos agentes que influyen en el sida o la gripe aviar.
El doctor Sánchez subrayó también la relevancia del hallazgo en casos de terrorismo biológico, ya que la literatura y las leyendas urbanas se han hecho eco de este peligroso virus como posible arma biológica. "Con los viajes aéreos y el turismo el virus puede transportarse desde las regiones más remotas del mundo. Y tiene un enorme potencial como posible arma de bioterrorismo", declaró el investigador, para quien "desesperadamente" es necesaria una "vacuna protectora".
EN ÁFRICA
El virus debe su nombre al río Ébola, ubicado en la actual República Democrática del Congo, donde fue identificado por primera vez en el año 1976. Desde entonces, el principal damnificado por la enfermedad ha sido el continente más pobre del planeta, afectado por la alta tasa de contagio a través de líquidos corporales como sangre, saliva, sudor, orina o vómitos.
Los alrededor de 1.500 pacientes detectados, que fallecen en un 90% de los casos, pierden la vida en la mayoría de ellos por un shock hipovolémico provocado por la pérdida de sangre. A la espera de que una vacuna logre su curación, estos pacientes ni siquiera son sometidos a un tratamiento específico, ya que en la actualidad lo más habitual para mantener con vida a la persona son los métodos de resucitación o respiración artificial y el control de las hemorragias en la medida de lo posible.