MADRID, 25 Feb. (EUROPA PRESS) -
En un siglo, la esperanza de vida al nacimiento en España ha crecido 42,6 años entre las mujeres y 38,8 entre los varones, debido, principalmente, a un cambio en la estructura de la mortalidad, según ha mostrado un estudio realizado por la Universidad Internacional de La Rioja, tras analizar las causas sociales, demográficas y epidemiológicas que han doblado el número de años vividos en España desde 1910 y 2009.
"A principios del siglo XX, el mayor impacto de la mortalidad estaba en las edades infantiles, principalmente en los menores de un año. Una vez se controló esa mortalidad, la esperanza de vida aumentó mucho", ha explicado el autor principal de la investigación, Juan Manuel García González, cuyo trabajo ha sido publicado en la 'Revista Española de Investigación Sociológica' y recogido por la plataforma Sinc..
Además, prosigue, debido a la "drástica" reducción en la mortalidad infantil, en la última etapa, los mayores de 65 años han sido el "principal sostén" del aumento de la esperanza de vida reciente en la mayor parte de los países.
En concreto, el trabajo diferencia seis etapas, cada una con unas características particulares, y se centra principalmente en el período más reciente, desde 1980 hasta 2009, con datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Según este sociólogo, el "gran motor" del cambio durante esta etapa ha sido la disminución de las enfermedades circulatorias, sobre todo las cerebrovasculares, que han descendido de manera "regular" en ambos sexos a todas las edades y durante el último período, aunque, según ha apostillado, otras enfermedades del corazón no disminuyeron su mortalidad hasta los años 90.
"Esta 'revolución cardiovascular' se debe a que en los últimos tiempos ha mejorado el control y seguimiento de la hipertensión arterial, empiezan a reflejarse los datos de un menor alcoholismo y tabaquismo masculino, hay una mayor conciencia de prevención en salud y se ha mejorado la atención médica", ha enfatizado.
CÁNCER Y ENFERMEDADES MENTALES
Por otro lado, desde los años 80 la incidencia del cáncer se ha incrementado debido al consumo de alcohol o tabaco y los cambios en la dieta pueden influir en el riesgo de padecerlo. De hecho, según ha recordado el experto, el tabaco está detrás del 47 por ciento de los casos de cáncer en hombres y del 14 por ciento en mujeres, y se prevé una epidemia de cáncer de pulmón en mujeres cuando las generaciones nacidas a partir de 1960 lleguen a los 65 años, dado el aumento del tabaquismo entre las mujeres.
No obstante, señala, el cáncer de mama y el de próstata, sin embargo, se han reducido en el grupo de 65-79 años, por lo que ha destacado la necesidad de aumentar las medidas preventivas, especialmente, para disminuir la obesidad, el consumo de alcohol y la diabetes.
Por su parte, las enfermedades mentales se multiplican a edades avanzadas. "Desde la década de los años 90 se han estabilizado, aunque han seguido aumentando los casos de Alzheimer. Esto puede ser "debido a una mejora en el diagnóstico", ha advertido.
Asimismo, el impacto de las dolencias respiratorias ha descendido desde en el último período, pero su importancia sigue siendo alta en edades avanzadas, "donde la gripe y la neumonía tienen alta incidencia".
Entre las causas externas, el autor ha explicado que se ha producido un repunte "inesperado" en las edades avanzadas, probablemente debido al aumento de caídas accidentales, mientras que las muertes por enfermedades infecciosas presentan una tasa relativamente baja que aumenta con la edad y es mayor entre los varones.
"En la base de esta mejora están las condiciones sociales que los mayores han experimentado: salud, atención médica, políticas asistenciales y calidad de vida. Las generaciones que alcanzan ahora las edades avanzadas han experimentado infancias en situaciones sociales difíciles con gripe, guerras, condiciones insalubres y de alimentación de principios del siglo XX", ha señalado el investigador.
LOS EFECTOS DE LA CRISIS
Finalmente, y respecto a los efectos que puede tener la crisis en la salud de la población, el experto ha asegurado que los efectos a corto plazo de la crisis no son perceptibles en las cifras de mortalidad y de duración de la vida, pero sí en la salud.
"Las medidas de austeridad estatales y regionales no han llevado a una mejora de la eficiencia o a una racionalización del gasto, sino a una disminución de los servicios. Además, ha habido un aumento de trastornos mentales, como la ansiedad, los asociados al consumo de alcohol o los del comportamiento", ha puntualizado.
Dicho esto, ha reconocido que otros estudios consideran que en tiempos de crisis se abandonan hábitos nocivos y caros como el tabaco o el alcohol, disminuye el sedentarismo, aumenta el ejercicio físico y, se usa menos el transporte privado, lo que podría producir una mejora de la salud de la población.
"Aunque en otros países como Grecia los efectos de la crisis se han trasladado a la población a corto plazo, en España es esperable que aparezcan a largo plazo, sobre todo en esperanza de vida, y que estén condicionados por el devenir de las políticas sanitarias y de salud", ha zanjado.