MADRID, 2 Ene. (EUROPA PRESS) -
Médicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana y la Red Noroeste de Radiología en Indianápolis, Indiana (Estados Unidos) alertan de que aunque el síndrome del segundo impacto (SIS, en sus siglas en inglés) ocurre raramente, cuando lo hace su efecto suele ser devastador, incluso con la muerte del paciente a menudo. Se trata de una lesión traumática cerebral rara y devastadora que se produce cuando una persona sufre una lesión en la cabeza, generalmente en adolescentes, segundos antes de la recuperación de otra similar.
Los científicos destacan en 'Journal of Neurosurgery: Pediatrics' la importancia de educar a los entrenadores, atletas, miembros de la familia, y los médicos acerca de los riesgos y posibles consecuencias de lesiones en la cabeza relacionadas con el deporte. Para ello, presentan el caso de un joven de 17 años de edad, jugador de fútbol americano en la escuela, con el síndrome del segundo impacto, el primero en el que se realizaron estudios de imagen del cerebro tras las dos lesiones.
El paciente sufrió la lesión por primera vez cuando recibió un golpe en el casco con el casco de un oponente y, a pesar de los síntomas inmediatos detectados de mareos y trastornos visuales, continuó jugando. Durante los días siguientes experimentó fuertes dolores de cabeza y fatiga y cuatro días después del partido consultó a un médico acerca de los dolores de cabeza, pero su tomografía computarizada (TC) parecía normal y se le aconsejó no volver a jugar hasta que todos sus síntomas desaparecieran, aunque prefirió regresar inmediatamente.
Al día siguiente, a pesar de las quejas de dolor de cabeza y dificultad en la concentración, el joven participó en los entrenamientos pero tras unos cuantos golpes empezó a ir más lento y después de varios golpes más se derrumbó, dejó de responder y sufrió una convulsión, por lo que fue trasladado inicialmente a las urgencias locales, donde un examen TC reveló pequeños hematomas subdurales delgados a cada lado del cerebro. El paciente recibió intubación y fue tratado médicamente y poco después fue trasladado en helicóptero a un servicio de trauma superior y centro de neurocirugía en el Hospital Metodista de Indianápolis.
Allí, se detectó que la presión intracraneal del paciente era mayor de lo normal (25-30 mm Hg frente a 5-15 mm Hg) y TC adicionales confirmaron la presencia de los hematomas subdurales e inflamación cerebral leve, a lo que se añadió una hernia en la parte de abajo del cerebro y hematomas subdurales en ambos lados, así como difusión anormal en el tálamo medio izquierdo, como mostraron las imágenes de resonancia magnética del cerebro y la médula espinal superior. Asimismo, las estructuras en la zona de la línea media del cerebro, incluyendo el tálamo y el hipotálamo, se habían desplazado hacia abajo, pero las imágenes no detectaron edema cerebral.
La lesión del paciente tuvo otras consecuencias graves detectadas durante la estancia en el hospital, incluyendo una prolongada elevación de la presión intracraneal, áreas de reblandecimiento cerebral (en ambos tálamos, los lóbulos frontales mediales y en otros lugares), hipotensión, insuficiencia renal, sepsis, neumonía y paro cardíaco temporal. Incluso con un cuidado óptimo, el paciente permaneció en el hospital durante 98 días y no podía caminar o hablar cuando fue dado de alta, además de que tres años después, ha recuperado gran parte de su discurso, pero es muy impulsivo y está confinado a una silla de ruedas.
Los científicos señalan que varios tipos de lesiones no necesariamente se detectan en un estudio de imagen y una TC de la cabeza cuyos resultados son normales no obvia la necesidad de un estrecho seguimiento clínico del atleta para estar cognitivamente normal y asintomático antes de volver a jugar. Así, estos expertos subrayan que la evidencia de la persistencia y de larga duración de dolores de cabeza severos, que han sido reiteradamente identificados en pacientes con SIS, indican una constante y significativa condición patológica neurofisiológica en la ausencia de pruebas sobre la tomografía computarizada.
Los autores sugieren que este síntoma puede ser un señalador específico de la posibilidad de SIS si se produce una segunda lesión antes de que la primera se haya curado. Según el coautor Michael Turner, el mensaje de este artículo de discusión es que no se debe volver a jugar hasta que el atleta carezca de síntomas, ya que el principal problema del SIS es probablemente la hiperemia, nivel creciente de la sangre en el cerebro, no la existencia de un hematoma oculto.
EEUU.- La supervivencia de los pacientes con desfibriladores en el mundo real coincide con las expectativas del ensayo
(Esta noticia está embargada hasta las 22.00 horas del martes, 1 de enero)
MADRID, 28 (EUROPA PRESS9
Los pacientes con un desfibrilador cardiaco implantable en la práctica diaria han tenido los mismos beneficios de supervivencia que los que recibieron los mismos dispositivos en ensayos clínicos cuidadosamente controlados, según un nuevo estudio, 'Journal of the American Medical Association'.
Liderados por el Instituto de Investigación Clínica Duke, el equipo de la investigación utilizó datos de un gran registro nacional del programa de cobertura de seguridad social administrado por el Gobierno norteamericano Medicare para evaluar la supervivencia de los pacientes tratados con desfibriladores, que se usan comúnmente para prevenir la muerte súbita cardiaca.
Dado que los participantes de los ensayos clínicos tienden a recibir una atención más meticulosa y están más sanos que los pacientes atendidos en la práctica clínica, los beneficios reales de los nuevos fármacos y dispositivos médicos pueden ser menos positivo de lo inicialmente reportado. Pero no ocurre así en el caso de los desfibriladores, al menos cuando se comparan pacientes con características similares, tanto en los ensayos clínicos como en la práctica real.
La autora principal, Sana M. Al-Khatibun, electrofisióloga y miembro del Instituto Duke afirma: "Hemos demostrado que los pacientes en la práctica real que reciben un desfibrilador pero que no están controlados en el mismo nivel que en los ensayos clínicos tienen resultados similares de supervivencia en comparación con los pacientes que recibieron un desfibrilador en los ensayos clínicos".
El grupo de investigación liderado por Duke comparó más de 5.300 pacientes reales frente a más de 1.500 pacientes que se habían matriculado en dos grandes ensayos clínicos de estos dispositivos. Los dos grupos tuvieron similares tasas de supervivencia a dos años y tres años y los receptores ordinarios tuvieron mejor supervivencia que los pacientes en el ensayo clínico, que no reciben un desfibrilador.