Los resultados de un estudio del CSIC refuerzan la importancia del uso adecuado de los antibióticos

Actualizado: martes, 5 diciembre 2006 13:00

MADRID, 5 Dic. (EUROPA PRESS) -

Los resultados de una investigación del Centro Nacional de Biotecnología de Madrid del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se publican esta semana en la edición digital de la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS) refuerzan las recomendaciones sobre el uso adecuado de los antibióticos.

Los investigadores españoles han descubierto que los antibióticos, a concentraciones por debajo de las que inhiben el crecimiento bacteriano, provocan cambios en la fisiología de las bacterias sensibles a los mismos y específicos del tipo de antibiótico.

Los investigadores explican que desde que los antibióticos se descubrieron se ha pensado que su papel en la naturaleza es el de eliminar competidores de los microorganismos que los producían. El estudio indica que, además de dicho papel, podrían actuar como moléculas de señalización entre los miembros de una comunidad microbiana.

Según explicó a Europa Press José Luis Martínez, director de la investigación, "esto es un cambio completo en el punto de vista sobre el papel que los antibióticos, producidos por microorganismos, pueden jugar en el medio ambiente y se encuadra en la visión tradicional, aunque en ocasiones sea olvidada, de que tanto la 'lucha por la vida' como la cooperación, son elementos importantes para la evolución de los seres vivos".

El estudio está enfocado a la ecología microbiana, sin embargo, sus datos reafirman la necesidad de utilizar los antibióticos a las dosis altas en las que se prescriben. Dejar de tomar los antibióticos, tomar menor cantidad de la prescrita, o tomarlos cuando son innecesarios, producen cambios en las comunidades microbianas (incluyendo la ya conocida selección de resistencia) que pueden ser perjudiciales, no sólo para la persona que hace mal uso de ellos, sino para toda la comunidad.

En el estudio han participado también los investigadores Juan Francisco Linares e Ingegerd Gustafsson y ha contado con la colaboración de Fernando Baquero, del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.