MADRID 10 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los sentimientos que provoca la pérdida de un ser querido requieren de un proceso de duelo que ayude al afectado a superarlos o a "aprender a vivir con ellos", sin el que esa tristeza puede "enquistarse" y salir a la superficie en forma de ansiedad o depresión, incluso de problemas físicos.
Así opina la psicóloga Dulce Camacho, directora del Centro de Atención al Duelo ALAIA, que hasta la fecha a atendido en sus instalaciones a más de 1.500 personas para ayudarles a vivir su duelo, entre ellas familiares de personas fallecidas en los atentados del 11-M en Madrid, de los que este domingo se cumplen ocho años.
"El duelo se puede posponer. Tras la pérdida de un ser querido, sobre todo en circunstancias traumáticas como las de los atentados, se activa lo que los expertos llaman 'anestesia emocional', un mecanismo de defensa que nos protege del impacto del suceso y nos da tiempo para ir, poco a poco, afrontando la realidad", explica a Europa Press.
Para vivir el duelo de forma adecuada debe haber "momentos en los que será bueno salir a la calle, pensar en otras cosas". Sin embargo, no es sano estar siempre buscando distracciones o incorporarse de inmediato al trabajo, a veces conviene "estar conectado con el dolor". "Al duelo se le llama la habitación del dolor. Lo sano sería poder entrar en ella, pero también poder salir", apunta
Desde su experiencia, lo que más ayuda a superar una pérdida es la terapia grupal, pues compartir sentimientos con personas en tu misma situación, que escuchan sin juzgar y que no "apremian al afectado para animarse" es muy positivo.
En este sentido, advierte contra "los malos consejos con buena intención" que muchos dan a las personas en duelo, que en muchos casos enfadan y generan sentimientos de incomprensión. "La persona en duelo ya sabe que tiene que salir adelante, que tiene otros hijos, pero con respeto y sin presiones", anota.
Cuando se pierde a una pareja, hermano o padres, la recuperación con ayuda para superar el dueño es "bastante positiva" y puede conseguirse en un periodo medio de dos años. Cuando se pierde un hijo, según Camacho, "es más complicado", suele tardarse unos tres años en "aprender a vivir con ello".
Reconoce que la crisis económica y sus circunstancias dificultan aún más superar la pérdida de un ser querido, sobre todo por la posibilidad de ser despedido al pedir una baja poder enfermedad, un tiempo necesario para recuperarse. "El problema de España es que no tiene una cultura del dueño, se vive de espaldas al dolor, al sufrimiento y a la muerte", concluye.