MADRID 23 Oct. (EUROPA PRESS) -
Cinco años después del primer trasplante exitoso de una tráquea diseñada mediante ingeniería tisular, realizado en el Hospital Clínic de Barcelona, la paciente continúa disfrutando de una buena calidad de vida y no ha experimentado ningún tipo de complicación inmunológicas o rechazo de la vía aérea implantada, según los resultados de su seguimiento, que se publican este miércoles en la revista 'The Lancet'.
La operación permitió que una madre colombiana de 30 años recibiera una nueva tráquea después de que parte de la suya se obstruyera por las complicaciones de la tuberculosis.
Un equipo internacional dirigido por el profesor Paolo Macchiarini, ahora en el Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, pero entonces en el Hospital Clínic de Barcelona, implantó la nueva tráquea que se creó al eliminar las células de la tráquea de una donante e incluir las células del cartílago (condrocitos) derivadas de las células madre de la propia paciente y las células epiteliales tomadas de la parte sana de la tráquea de la receptora.
La paciente no tuvo complicaciones de la operación y fue dada de alta a los 10 días de la cirugía; como se informó en 2008, después de cuatro meses, el injerto tenía un aspecto y unas propiedades normales y la receptora tenía anticuerpos antidonante y no necesita tomar medicamentos inmunosupresores.
Sin embargo, en el momento de la publicación de los resultados del trasplante, los investigadores advirtieron que se necesitaría seguir a la paciente durante mucho tiempo para juzgar el éxito de la operación.
Ahora, el profesor Macchiarini y sus colegas presentan los datos de cinco años de de seguimiento de la operación, confirmando que la beneficiaria del trasplante sigue gozando de buena calidad de vida, incluyendo vida social y laboral normal.
Por otra parte, las inspecciones periódicas de la función pulmonar, la respuesta inmunológica del trasplante y otros indicadores clave revelan que ha mantenido una buena función pulmonar y no ha sufrido ningún tipo de complicaciones inmunológicas.
Además de las inspecciones periódicas de la función de la tráquea implantada, los científicos han examinado la estructura interna de la zona del trasplante mediante tomografía computarizada y broncoscopia.
Seis meses después de la cirugía, se formaron cicatrices en la zona del injerto que llevaron gradualmente a un estrechamiento de las vías respiratorias con una tos persistente y empeoramiento, un problema que se trató mediante la implantación de un stent (un andamio que sostiene abierta la vía aérea) de forma que, aunque quedan restos de algunas cicatrices que se controlan regularmente con broncoscopias, la paciente ya no experimenta ningún síntoma.
"Estos resultados confirman lo que esperábamos en el momento de la operación original: que los trasplantes con ingeniería tisular son seguros y eficaces a largo plazo. Sin embargo, la formación de cicatrices que se produjo en esta paciente muestra que a largo plazo la estabilidad biomecánica se puede mejorar, algo que es actualmente objeto de investigación preclínica activa", destaca el profesor Macchiarini.