BARCELONA 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
La Fundació Puigvert ha realizado el primer trasplante de riñón por vía laparoscópica que se realiza en el mundo, y que supone la reducción de la incisión de veinte centímetros que se realiza tradicionalmente hasta sólo siete, según explicaron en rueda de prensa los responsables de la operación.
La laparoscopia, que permite una intervención quirúrgica mínimamente invasiva, ya se había utilizado en la extracción de riñones, pero hasta la fecha no en la implantación. Los beneficios de esta técnica incluyen la reducción del traumatismo quirúrgico, la disminución del riesgo de complicaciones de la herida y el hecho de que el dolor postoperatorio es menor y la recuperación más rápida.
La introducción de la cirugía laparoscópica en el mundo de la urología ha sido una "revolución", al permitir colocar instrumentos ópticos de alta resolución dentro de la cavidad abdominal a través de pequeñas incisiones, según explicó el coordinador del equipo quirúrgico de trasplante renal de la Fundación, el doctor Antoni Rosales.
El doctor Rosales explicó que "ofrecer una técnica de extracción menos agresiva" conlleva el aumento de las donaciones de personas vivas, como demuestra el hecho de que desde 2002 este tipo de donaciones aumentaron en Catalunya desde el 2 al 6 por ciento. La incisión de siete centímetros se practica por debajo del ombligo, mientras que anteriormente se practicaba en un costado.
MÁS DE TRES HORAS DE INTERVENCIÓN
La primera de las pacientes operadas mediante esta técnica "pionera" fue intervenida hace dos semanas. Presentaba una insuficiencia renal crónica en fase de pre-diálisis y fue dada de alta a los catorce días con un funcionamiento renal normal. Al donante, su marido, se le extrajo el riñón por el mismo método, en un proceso que duró tres horas y 50 minutos aproximadamente, y movilizó a unas quince personas en quirófano.
La intervención quirúrgica es "similar a la extracción de un feto por cesárea", según explicó Rosales, y se inicia con la desecación de los vasos ilíacos, es decir, la arteria y la vena que van hacia las piernas.
El nuevo riñón se introduce con la mano dentro de la cavidad abdominal preparada previamente, para conseguir un lugar "estable" sobre el que trabajar. A partir de ahí, mediante instrumentos de unos 30 centímetros de longitud y observando una cámara de televisión, se realizan las operaciones oportunas para que el riñón reciba y expulse la sangre. La fase final se completa con la conexión del uréter que debe llevar la orina a la vejiga
RÁPIDA EVOLUCIÓN
El doctor Rosales explicó también que la cirugía laparoscópcia está evolucionando de forma "rapidísima", y que por tanto estas técnicas irán mejorando en los próximos meses. Hasta el momento los pacientes que se pueden acoger a este tipo de trasplante son únicamente enfermos en fase de pre-diálisis y sin excesiva masa corporal.
La laparoscopia ha permitido la extracción de la vesícula viliar por el esófago y del riñón por la vagina en el caso de las mujeres, por lo que Rosales prevé una "evolución exponencial" que, entre otros aspectos, permitirá trabajar en un futuro con un solo puerto, en vez de los tres actuales, y la introducción de la robótica para automatizar parte del proceso.
El director del Servicio de Urología de la Fundación Puigvert, el doctor Umberto Villavicencio, explicó por su parte que la Fundación ha realizado desde el año 2000 unos 1.700 procesos laparoscópicos, en la línea de reducir al mínimo las molestias postoperatorias de los enfermos.