MADRID 7 Sep. (EUROPA PRESS) -
Las personas que viven solas tienen un mayor riesgo de mortalidad general frente a las que viven acompañadas y una probabilidad que aumenta si estas personas superan los 45 años, según un estudio realizado por el Brigham and Women's Hospital of Harvard Medical School de Boston (EEUU).
La investigación, publicada en 'Archives of Internal Medicine', ha estudiado a 44.573 pacientes con aterotrombosis, o con al menos tres factores de riesgo cardiovascular, de más de 44 países.
Tras realizar un seguimiento de cuatro años a los pacientes, los investigadores han determinado que las personas que vivían solas tenían un mayor riesgo de mortalidad general frente a las que vivían acompañadas (14,1% vs 11,1%) y de mortalidad por causa cardiovascular (8,6%vs 6,8%).
Además de analizar el riesgo cardiovascular en general, los investigadores también han estudiado el papel de la edad en el aumento del riesgo. Así, mientras que las personas de entre 45 y 65 años que vivían solas tenían un riesgo del 7,7 por ciento frente al 5,7 por ciento de las que vivían acompañadas, los individuos de entre 66 y 80 años tenían un riesgo mayor, del 13,2 por ciento frente al 12,3 por ciento, respectivamente.
La Fundación Española del Corazón (FEC), que se hace eco del estudio, recuerda que, además, la soledad está históricamente relacionada con un mayor riesgo de sufrir enfermedad y depresión. "Hace ya un tiempo que se viene considerando la sensación de soledad y el hecho de vivir solo como un factor favorecedor de diversas enfermedades", destaca el doctor José Luis Palma, vicepresidente de la FEC.
"Que la soledad aumente el riesgo de fallecer, especialmente entre las personas mayores, es una combinación de muchos factores", señala este experto, quien destaca la presencia de otros factores de riesgo de sobra conocidos como la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el sobrepeso o el tabaquismo son algunos de ellos.
"Aún así, existen otros factores relacionados con el estilo de vida que favorecen la aparición de una dolencia cardiaca, como es el caso de la falta de higiene, el seguimiento de una mala dieta o el estrés emocional motivado por la sensación de soledad", añade.
Por lo tanto, recomienda a todas aquellas personas que deben iniciar una vida en soledad, especialmente aquellas que vivan en las grandes ciudades, que "se preparen psicológicamente para afrontar este cambio; que mantengan unos hábitos de vida saludables; que se apoyen en sus familiares y amigos, y que inicien actividades de ocio".
Y, en aquellos casos en los que la sensación de soledad esté muy agudizada, "contar con un animal de compañía puede ser de gran ayuda". "En todo caso siempre es recomendable que los familiares de estas personas sean conscientes de la situación en la que se encuentran sus mayores y les apoyen para que se sientan queridos y acompañados", concluye.