JAÉN 20 May. (EUROPA PRESS) -
Los forenses que practicaron la autopsia de A.G.O., la enfermera de Jaén de cuyo fallecimiento, en octubre de 2012, la Fiscalía culpa a su marido, han defendido este martes en el juicio con jurado popular iniciado este lunes en la Audiencia Provincial que "no hay otra causa posible" de la muerte de esta mujer que la de "asfixia mecánica" producida de forma "homicida", a partir de un procedimiento que han cuestionado los profesores de las universidades de Málaga y Santiago de Compostela a los que la defensa del acusado encargó informes para contrastar las conclusiones del Instituto de Medicina Legal (IML) de Jaén.
Durante más de cuatro horas --entre las 12,30 y las 17,00 horas, aproximadamente-- los dos forenses del IML que practicaron la autopsia de la enfermera, junto a los directivos de dicho organismo que posteriormente revisaron su trabajo y los profesionales del Instituto Nacional de Toxicología con sede en Sevilla a los que se le remitieron las conclusiones de los primeros, han contrapuesto argumentos con los aludidos profesores ante el tribunal del jurado.
El hecho de que el juez que preside la sala no haya permitido un receso en el transcurso de este interrogatorio a los peritos ha sido objeto de una protesta por parte del abogado de la defensa, que llegó a solicitar que se autorizara un descanso de "al menos una hora" en el seno del mismo, algo que el magistrado ha rechazado.
La forense que comenzó a realizar la autopsia de la fallecida el 10 de octubre de 2012 ha explicado que esa tarea se realiza "siguiendo las recomendaciones del IML a nivel nacional"-- y tomando al Instituto Nacional de Toxicología como "centro de referencia".
También ha señalado que el cadáver le llegó a la mesa de autopsia como fruto de una muerte por "suicidio", si bien cuando comenzó a realizar su "examen interno" apreció signos de "violencia externa" en el cuero cabelludo, con "múltiples infiltrados hemorrágicos" --que vienen a ser "hematomas", según ha aclarado--, lo que le llevó a "parar la autopsia" y solicitar la presencia de un compañero --también presente en el juicio--, que convino con ella en llamar a la Policía Judicial, con la que continuaron la autopsia.
Tras detallar dónde identificaron "infiltrados hemorrágicos muy evidentes" en el cuerpo de la difunta, la forense ha resumido señalando que, en total, se hallaron "19 signos específicos de una muerte propia por asfixia y diez inespecíficos" de esa causa, así como que todas esas lesiones se habían producido "en vida" y "no son livideces".
De esta manera, para los forenses del IML "no hay otra causa de muerte posible que la de una asfixia mecánica", de modo que descartan que el fallecimiento se produjera como consecuencia del consumo de 'Propofol' --un fármaco inyectable que supuestamente consumía la víctima--, ya que "en el estómago" de ésta se encontraron restos del ansiolítico 'Lorazepam', pero no hallaron "ningún indicio" del otro medicamento "en sangre".
Además, la forense ha indicado que el cadáver presentaba "pocos signos de lucha y defensa", y que pudo observar las dos jeringuillas que se encontraron en el dormitorio de A.G.O. cuando se levantó el cadáver, las dos "con la misma cantidad" de 'Propofol', una de las cuales "con toda seguridad no se usó", y la otra "puede ser que solo se aspirase", y, en todo caso, la cantidad que contenía solo hubiera servido para producir "una lesión leve" que "no justifica de ninguna forma" los infiltrados detectados en la autopsia.
Por su parte, el jefe de servicio de Clínica Forense del IML --a quien el juez que instruía el caso le encargó un nuevo informe sobre la muerte de esta mujer después de que la defensa del acusado hubiese aportado uno elaborado por profesores de la Universidad de Málaga-- ha ratificado que en el examen externo del cadáver se hallaron "hasta diez signos compatibles con muerte por asfixia", cifra que ascendió a 18 en el examen interno.
Posteriormente, se solicitó una ampliación al servicio de Histopatología del Instituto Nacional de Toxicología, en Sevilla, que, según ha relatado, apreció también "19 lesiones vitales" en el cadáver, "inexplicables por una intoxicación por 'Propofol'".
"Aparecen múltiples hallazgos que nos indican que se ejerció una fuerza viva de considerable intensidad sobre la víctima", ha afirmado el referido representante del IML, organismo que, de esta manera, "excluyó" la "intoxicación" por dicho fármaco como "causa de la muerte", que se debió a una "asfixia mixta de tipo homicida".
En cuanto a la data de la muerte, los forenses del IML acabaron por situarla "entre las 15,34 horas y pasadas las 21,00 horas" del 8 de octubre de 2012, basándose no sólo, según han explicado, en "hallazgos macroscópicos", sino también en datos de la instrucción judicial, ya que sabían que a la primera hora citada la enfermera telefoneó a su marido.
Tanto la defensa como los expertos aportados por esta parte han cuestionado el procedimiento empleado por los forenses del IML a la hora de practicar la autopsia y las conclusiones a las que han llegado. Así, la defensa ha cuestionado que la causa de la muerte haya sido por estrangulamiento cuando no había "signos externos" de ello, si bien los profesionales del IML han argumentado que hay casos de asfixias de ese tipo que "no dejan rastro en la piel".
La forense de la autopsia también ha defendido que la extracción del 'humor vitreo' de la víctima se realizó adecuadamente y que la muestra se mantuvo "refrigerada" hasta que se envió a Sevilla, al tiempo que ha señalado que dicha prueba es "un dato más" a la hora de determinar la data de la muerte, cuestión para la que habría servido "bastante" --según ha respondido a preguntas de la defensa del encartado-- si se hubiese tomado la "temperatura rectal" del cadáver, algo que no realizó la forense que se encargó del levantamiento del mismo.
Por su parte, el profesor Luis Concheiro, de Santiago, con "más de 25.000 autopsias" a sus espaldas, según ha declarado, ha atribuido a "efectos cadavéricos propios de un cuerpo que está boca abajo" y a "la mala práctica" empleada en la autopsia las señales que los forenses del IML achacan a una asfixia.
En esa línea, ha afirmado que "si estuviese en un tribunal académico, se pondría furioso" por el proceder de los peritos de Jaén, ya que "se puede excluir categóricamente que hubiera asfixia por compresión mecánica" en este caso.
También ha argumentado que, al no haber habido "las condiciones adecuadas de temperatura", la prueba practicada para determinar la presencia o no de 'Propofol' "es inútil", y ha afirmado que ese fármaco puede "matar de modo indirecto", ya que es "muy capaz de inducir un trastorno arrítmico" en quien lo consume, añadiendo al hilo de ello que la fallecida era "una adicta crónica" a ese medicamento.
Así, ha advertido del "enorme error" de no haber analizado "tejidos ricos en grasas" para estudiar la presencia de ese fármaco en el cadáver, y estima la data de la muerte "en torno a las 24 horas anteriores al levantamiento del cadáver".
LEVANTAMIENTO DEL CADÁVER
Con anterioridad a la declaración de estos profesionales ha prestado testimonio por videoconferencia la forense que el día 9 de octubre de 2012 se encargó del levantamiento del cadáver de A.G.O., que ha relatado que "le llamó la atención" ver que la fallecida "tenía una jeringuilla, cree que clavada, en el dorso de su mano", si bien su marido "le comentó que tomaba algunas veces 'Propofol' para dormir".
Ha afirmado que llevaba, "como mínimo, entre doce y 15 horas" muerta y que en su informe apuntó la "intoxicación medicamentosa" como posible causa del fallecimiento tras haber visto "la jeringa con la palometa clavada" y un tarro de cristal con 'Propofol'. También ha indicado que no apreció "señales externas" de que se hubiera producido presión sobre el cuello de la enfermera.