Una pérdida de peso modesta en toda la población puede reducir la mortalidad coronaria y por diabetes

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Actualizado: miércoles, 10 abril 2013 15:53

MADRID 10 Abr. (EUROPA PRESS) -

Un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores de España, Cuba y Estados Unidos, dirigido por el doctor Franco, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), sugiere una fuerte asociación entre el cambio de peso en toda la población y el riesgo de muerte a causa de diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular.

De hecho, se estima que reducir solo cinco kilos en el peso de toda la población podría disminuir a la mitad la mortalidad por diabetes y un tercio, por enfermedad coronaria. Según este estudio, publicado este martes en 'BMJ', también reduciría, en un porcentaje menor, las muertes por infarto cerebral o ictus.

El equipo internacional de investigadores de los tres países examinó la asociación entre los cambios corporales en toda la población y la incidencia de diabetes (el número de nuevas personas que contraen una enfermedad), prevalencia (el número total de casos en un período de tiempo determinado) y mortalidad de la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y todas las causas en población cubana entre 1980 y 2010.

Las conclusiones de este trabajo único se basan en la observación de una población muy particular durante esos treinta años, un escenario "imposible de replicar en un ensayo clínico", según señala el doctor Franco, profesor de las universidades de Alcalá de Henares, en Madrid, y John Hopkins, en Estados Unidos.

LA CRISIS ECONÓMICA CUBANA DE LOS 90

A raíz de la crisis económica cubana de la década de 1990, motivada por la caída de la Unión Soviética, los alimentos y la escasez de combustible dio como resultado una disminución de la ingesta energética (de 3.000 a 2.200 calorías diarias) y un gran aumento en la actividad física, con una amplia pérdida de peso media de entre 4 a 5 kilogramos en la población. Posteriormente, se observaron descensos rápidos en las tasas de mortalidad de la diabetes y la enfermedad cardiaca coronaria.

Según señala el doctor Franco, las observaciones son aun más interesantes si se tiene en cuenta que la población cubana es muy homogénea. "No hay grandes diferencias en salud, raza, renta o nivel educativo", explica.

La población cubana es relativamente homogénea y ha sufrido grandes cambios sociales y económicos directamente relacionados con el consumo de alimentos y la actividad física entre 1980 y 2010. Se utilizaron cuatro estudios transversales basados en la población, en los que estaban disponibles datos sobre la altura, el peso, la ingesta de energía, el tabaquismo y la actividad física de los participantes, que tenían entre 15 y 74 años.

Los cambios en el consumo de energía y la actividad física en toda la población fueron acompañados de grandes cambios en el peso corporal: entre 1991 y 1995 hubo una reducción media de 5 kilogramos, mientras que entre 1995 y 2010 se observó una recuperación amplia en el peso de la población de 9 kilogramos. La prevalencia de tabaquismo disminuyó lentamente durante los años 1980 y 1990 y disminuyó más rápidamente en la década de 2000, por lo que el número de cigarrillos consumidos per cápita cayó durante y poco después de la crisis.

La prevalencia de diabetes, que se había reducido durante el periodo de pérdida de peso, se disparó a partir de 1997 cuando la población comenzó de nuevo a aumentar de peso, una media de nueve kilos.

En 1996, cinco años después del inicio del periodo de pérdida de peso, hubo una tendencia a la baja abrupta en la muerte de la diabetes, lo que duró seis años en los que el estado aporte energético se recuperó gradualmente y los niveles de actividad física se redujeron. En 2002, las tasas de mortalidad regresaron a las tendencias anteriores a la crisis y se observó un aumento dramático en la muerte diabetes.

En cuanto a las tendencias de las muertes por las enfermedades del corazón y los accidentes cerebrovasculares se observa una lenta disminución entre 1980 y 1996, seguida de un descenso dramático después de la fase de pérdida de peso. Esta tendencia descendente se detuvo durante la fase de recuperación del peso.

Aunque los investigadores esperaban que, una vez la población empezara a ganar peso volvería a aumentar la mortalidad por enfermedad coronaria (que había disminuído un 34% entre 1996 y 2002), lo que sucedió fue que las tasas de defunciones se estabilizaron. "Esto contradice las tendencias más agoreras", explica el doctor Franco.

Los investigadores concluyen que la experiencia de Cuba en 1980-2010 demuestra que en un periodo relativamente corto, la pérdida de peso moderada en toda la población puede tener un profundo efecto sobre la carga global de la diabetes y las muertes por enfermedades cardiovasculares.

NO EXTRAPOLABLE A ESPAÑA Y OTROS PAISES DESARROLLADOS

Sin embargo, el doctor Franco puntualiza que, las circunstancias únicas de Cuba hacen difícil trasladar los resultados a España u otros países desarrollados. "Aunque aquí también estamos en una importante crisis económica, existen dos diferencias principales: la primera, que ésta no afecta por igual a toda la población (como en el caso cubano) y, la segunda, que esta crisis no afecta directamente a la alimentación ni al transporte de toda la población".

No obstante, considera que existen varias e importantes lecciones que se pueden extraer de este estudio para su aplicación en España y otros países similares. "Lo que aprendemos es que debemos promover la salud en todos, como sociedad; para que tengan un impacto fuerte, las intervenciones no solo han de estar centradas en la población de riesgo, sino que afecten a toda la población, han de ser estrategias poblacionales", subraya.

"Se trata de comer menos y mejor y sobre todo incrementar nuestra actividad física, no se trata de que algunos estén delgados o se maten en el gimnasio, sino de que toda la población pueda comer de manera equilibrada y andar o montar en bici en su día a día", ejemplifica.

En este sentido, el doctor Franco apunta a la promoción de políticas donde se primen formas de transporte mas activas que el uso del coche.

Los investigadores explican que, tras el análisis de los datos, no se puede concluir que uno de los tres factores (menor ingesta calórica, pérdida de peso y aumento de ejercicio) sea más importante que otro a la hora de disminuir la mortalidad cardiovascular.

Además del estudio, la revista 'British Medical Journal' recoge un editorial sobre el mismo, firmado por el profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y Director del Departamento de Nutrición, Walter Willett, que concluye que el trabajo "añade una fuerte evidencia de que una reducción en el sobrepeso y la obesidad tendría enormes beneficios poblacionales".

Añade, no obstante, que los autores "son cautos en la interpretación de sus resultados" y evitan "atribuir todos los cambios en las tasas de enfermedad a las modificaciones en el peso". Además, finaliza el experto, "los médicos deberían promocionar los hábitos saludables mediante el ejemplo", recordando así el caso del famoso cardiólogo (y médico personal del presidente Einsehower) Paul Dudley White, que acudía a su consulta del Massachusetts General Hospital (Boston) en bicicleta hasta bien entrados los 80 años.