MADRID 4 Jun. (EUROPA PRESS) -
Pediatras reunidos en el II Congreso Digital de la Asociación Española de Pediatría han alertado del riesgo que tiene no detectar y tratar a tiempo un traumatismo craneoencefálico grave tras una caída banal.
"Es muy importante saber detectar las complicaciones y no infravalorar su gravedad; las consecuencias de no hacerlo pueden ser irreversibles", ha dicho el miembro del Grupo de Trabajo de Politraumatismo de la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos (SECIP), Andrés Concha, tras informar de que el manejo de estas lesiones empieza en el momento del accidente.
En concreto, el paciente debe recibir una atención inicial sistematizada con objeto de detectar lesiones de riesgo vital y trasladarlo al hospital mejor dotado para el manejo de la patología que presente. Una vez en el hospital, se le debe atender de la forma más rápida y eficaz posible y es de "vital importancia" coordinar la actuación de todos los especialistas y profesionales que puedan intervenir en la atención.
Sin embargo, el experto ha lamentado que el manejo del paciente politraumatizado no está incluido en el plan de formación de los residentes de Pediatría, ya que es una patología "relativamente poco frecuente" en Pediatría. Por ello, el entrenamiento con simulación y los cursos de formación son esenciales para afrontar el manejo de estos pacientes graves.
"El Grupo de Trabajo de Politraumatismo de la SECIP, realiza cursos de formación en los hospitales. Los más activos en este sentido son el San Joan de Déu en Barcelona, el Universitario Central de Asturias en Oviedo y el Hospital del Niño Jesús en Madrid", ha destacado.
Por otro lado, la médico adjunto del Servicio de Cuidados Intensivos Pediátricos del Hospital Niño Jesús de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos (SECIP), Amelia Martínez de Azagra, ha informado de que el traumatismo craneoencefálico producido por caídas o accidentes es una de las urgencias más llamativas y frecuentes en la UVI pediátrica.
Esta lesión es una de las causas principales de daño neurológico en los niños. "Cuando se trata de una caída desde un balcón, por ejemplo, enseguida reciben atención de los servicios de Urgencias, pero en el caso de caídas más banales, los pacientes no van a mostrar síntomas de forma inmediata y no van a acudir al hospital. Son estos los casos que conviene vigilar estrechamente, porque las consecuencias de no atender a tiempo un traumatismo craneoencefálico pueden ser mortales", ha avisado.
Entre las señales que pueden alertar de la presencia de lesiones graves tras una caída se encuentran la irritabilidad, los vómitos o la somnolencia. Otra cuestión especialmente preocupante es, en palabras de la doctora Martínez de Azagra, la incidencia, cada vez mayor, de precipitaciones o caídas desde alturas superiores a los tres metros, que en el caso de los niños menores de cinco años se producen de forma accidental en un descuido y en los adolescentes, frecuentemente, de manera intencionada.
"Otro tipo de accidentes graves que han aumentado su frecuencia están relacionados con el uso de patinetes eléctricos que no deberían ser usados por menores de 14 años. Cabe recordar también la importancia de llevar casco para minimizar la posibilidad de lesiones graves intracraneales en el uso de este tipo de vehículos, así como de bicicletas", ha apuntado la doctora.
ICTUS PEDIÁTRICO
Por otro lado, durante el encuentro se ha analizado el ictus pediátrico, una enfermedad poco frecuente del que se desconoce el número exacto de casos, a pesar de estar entre las diez causas de muerte infantil más frecuentes.
En esta franja de edad, el ictus a menudo se asocia a afecciones ya existentes, sobre todo enfermedades congénitas cardíacas, aunque también pueden provocar este derrame cerebral enfermedades infecciosas, traumatismos en la cabeza o cuello y problemas vasculares o sanguíneos.
De hecho, muchos de los ictus infantiles están desencadenados por más de un factor de riesgo, aunque también pueden afectar a niños sanos. Se estima que alrededor de un 10 por ciento de los casos de ictus infantiles es de causa desconocida.
Los síntomas más frecuentes de esta patología son los problemas para caminar, estar de pie, mantener el equilibrio y coordinar los movimientos, aunque también puede afectar a la comunicación, las sensaciones y la visión e, incluso, ocasionar problemas para ir al baño o para tragar.
En caso de observar alguna de estas señales en los pequeños, se debe acudir de forma inmediata a urgencias, donde se activará el Código Ictus. De no hacerlo, o hacerlo tarde, las consecuencias "podrían ser irreparables".
Finalmente, los pediatras han informado de que la hospitalización a domicilio es una alternativa en patologías menos graves. Diversos hospitales cuentan con Unidades de Hospitalización enfocadas a pacientes pediátricos crónicos, prematuros, con cuidados paliativos o en tratamiento oncológico, pero recientemente se ha añadido esta posibilidad para tratar la patología aguda pediátrica.
Los pacientes que se benefician de esta forma de hospitalización son aquéllos ya estables, menos graves, lo que permite disminuir la estancia en el hospital. Un ejemplo son las enfermedades infecciosas que se tratan con antibiótico intravenosos y las patologías respiratorias agudas, como la bronquiolitis o la neumonía, que requieren de la administración de oxígeno.
"También atendemos otras enfermedades que necesitan medicación intravenosa como corticoides o inmunoterapia. El seguimiento de estos pacientes se realiza mediante visitas diarias, tanto de los médicos como de las enfermeras, y atención telefónica 24 horas al día, además de videollamadas en los casos en los que sea necesario. Esta opción resulta beneficiosa tanto para los niños como para las familias: "Mejora la calidad de vida de los pacientes porque les permite mantener las rutinas de sueño y de juegos y estar cerca de sus familiares y, además, ayuda a capacitar a los padres en el cuidado de las enfermedades de sus hijos", ha zanjado la médico adjunto de la Unidad Pediátrica de Hospitalización a Domicilio del Hospital Niño Jesús de Madrid, Isabel M Cabrera.