Dejar de fumar después de someterse a una angioplastia repercute en una esperanza de vida dos años superior

Fumador
EUROPA PRESS
Actualizado: viernes, 2 agosto 2013 13:21


MADRID, 2 Ago. (Reuters/EP) -

Dejar de fumar después de someterse a una angioplastia repercute en una esperanza de vida dos años superior a la que continúa fumando tras esta intervención, tal y como ha evidenciado una investigación realizada por el Centro Médico Erasmus de Rotterdam (Países Bajos).

Este trabajo, que ha sido publicado en la edición 'on line' de la revista 'The American Journal of Cardiology', expone que este primer grupo de pacientes presentan "un mejor flujo sanguíneo hacia el corazón". Por ello, y tras someterse a esta operación a los 50 años, viven un promedio de 18,5 años más, por 16,4 años en los que no abandonan el hábito tabáquico.

A juicio del autor principal del estudio y miembro de este centro sanitario de los Países Bajos, el doctor Ron Van Domburg, la mayoría de los fumadores comienza a consumir cigarrillos en la juventud "y continúan haciéndolo "durante 40 o 50 años". Para ellos, subraya que "nunca es demasiado tarde para dejar de fumar".

En este sentido, el galeno explica que ésta es la mejor opción, ya que "está demostrado que el tabaquismo contribuye a un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con el corazón que pueden producir la muerte". No obstante, y a pesar de ello, las tasas de recaída de las personas que renuncian al tabaco "son altas".

Actualmente, y según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), "alrededor del 69 por ciento de los fumadores quiere dejar de fumar". Además, exponen que "la mitad de ellos intenta dejarlo, pero sólo el 6 por ciento lo consigue".

LA OPERACIÓN CONSISTE EN LA INSERCIÓN DE UN CATÉTER QUE SE INFLA

Ahondando en la conclusión del estudio, Van Domburg explica que se han recopilado datos de 806 pacientes que se sometieron a una angioplastia en el Centro Médico Erasmus entre 1980 y 1985. Éstos fueron intervenidos con un catéter que se inserta en los vasos sanguíneos y que se infla para eliminar estrecheces en los mismos.

Tras encuestar a las personas intervenidas en el lustro especificado, los investigadores han descubierto que 309 no han fumado nunca en su vida, que 210 sí lo hicieron antes de la intervención pero que lo dejaron tras ella y que 287 fumaron antes y después de la angioplastia.

Tras estudiar todos los casos, los expertos concluyen que los miembros de los dos primeros grupos fueron igualmente propensos a morir. No obstante, se destaca que los del tercer grupo han tenido unas tasas de mortalidad "significativamente mayores".

De esta forma, se concreta que en la actualidad el 29 por ciento de los no fumadores o que lo dejaron después de la operación continúan vivos, cifra que desciende hasta el 14 por ciento en los que han continuado consumiendo tabaco.

De cualquier forma, y debido a los avances médicos producidos en las tres últimas décadas, el director del Laboratorio de Medicina Vascular de la Universidad Presbyterian de Columbia (Estados Unidos), el doctor Timothy Crimmins, reconoce que los resultados "pueden no ser aplicables hoy en día".