MADRID, 13 Oct. (EUROPA PRESS) -
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha destacado la necesidad de ofrecer más incentivos a los productores y los minoristas para que cultiven, utilicen y vendan frutas y verduras frescas; así como desincentivar la continuación y el aumento de la producción de alimentos procesados con grasas saturadas y azúcares libres.
Y es que, tal y como ha recordado, el aumento de la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado lugar a un cambio en los hábitos alimentarios. Ahora se consumen más alimentos hipercalóricos, más grasas saturadas, más grasas de tipo 'trans', más azúcares libres y más sal o sodio. Además, hay muchas personas que no comen suficientes frutas, verduras y fibra dietética, como por ejemplo cereales integrales.
Por ello, la organización ha instado a los países a alentar la reformulación de la composición de los productos alimentarios, con el fin de reducir su contenido en sal, grasas (saturadas y de tipo 'trans') y azúcares libres; y a promulgar normas que fomenten hábitos de alimentación saludables garantizando la disponibilidad de alimentos sanos, inocuos y asequibles en parvularios, escuelas, otras instituciones públicas y lugares de trabajo.
También, a su juicio, se debería estudiar la posibilidad de formular instrumentos normativos de observancia facultativa, como políticas sobre comercialización y etiquetado de los alimentos y medidas de incentivación o disuasión de carácter económico para promover una alimentación saludable; y alentar a los servicios de comedor y restauración transnacionales, nacionales y locales a que mejoren la calidad nutricional de los alimentos que ofrecen, garanticen la disponibilidad y la accesibilidad de opciones sanas y, a su vez, revisen el tamaño y precio de las raciones.
Promover entre los consumidores la demanda de productos alimentarios y comidas saludables es otro de los requerimientos que ha comentado la OMS para mejorar los hábitos alimentarios de la población. Así, ha aconsejado sensibilizar a los consumidores sobre la dieta sana; formular políticas y programas escolares que animen a los niños a adoptar una dieta sana; educar a los niños, los adolescentes y los adultos en materia de nutrición y hábitos alimentarios saludables; y promover el aprendizaje de habilidades culinarias, incluso en las escuelas.
Otras medidas pasan por ayudar a mejorar la información sobre los productos alimentarios en los puntos de venta, por ejemplo mediante un etiquetado que garantice una información precisa, normalizada y comprensible sobre su contenido nutricional, en consonancia con las directrices de la Comisión del Codex Alimentarius; y proporcionar asesoramiento sobre la alimentación y la dieta en los servicios de atención primaria de salud.
Los lactantes y los niños son uno de los grupos que la OMS ha pedido tener más en cuenta a la hora de promover hábitos alimentarios adecuados. En este sentido, el organismo ha recomendado aplicar el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna y las subsiguientes resoluciones de la Asamblea Mundial de la Salud que sean pertinentes; realizar políticas y prácticas que promuevan la protección de las madres trabajadoras; y promover, proteger y apoyar la lactancia materna en los servicios de salud y los servicios comunitarios, incluso mediante la Iniciativa Hospitales Amigos del Niño.
CONSEJOS PARA ADULTOS PARA TENER UNA ALIMENTACIÓN SANA
Por otra parte, la OMS ha recordado que los adultos deben comer frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales y, al menos 400 gramos (5 porciones) de frutas y dos porciones hortalizas al día. Y es que, comer al menos cinco piezas o porciones de frutas y verduras al día reduce el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles y ayuda a garantizar una ingesta diaria suficiente de fibra dietética.
Del mismo modo, es conveniente limitar el consumo de azúcares libres a menos del 10 por ciento de la ingesta calórica total, que equivale a 50 gramos en el caso de una persona con un peso saludable que consuma aproximadamente 2000 calorías al día, si bien para obtener mayores beneficios, se recomienda idealmente reducir su consumo a menos del 5 por ciento de la ingesta calórica total.
"Son los fabricantes, los cocineros o el propio consumidor quienes añaden a los alimentos la mayor parte de los azúcares libres. El azúcar libre también puede estar presente en el azúcar natural de la miel, los jarabes, y los zumos y concentrados de frutas", ha argumentado.
Limitar el consumo de grasa al 30 por ciento de la ingesta calórica diaria, siendo más recomendables las no saturadas que saturadas. Asimismo, hay que evitar las grasas industriales de tipo 'trans', presentes en los alimentos procesados, la comida rápida, los aperitivos, los alimentos fritos, las pizzas congeladas, los pasteles, las galletas, las margarinas y las pastas para untar.
De hecho, reducir el consumo total de grasa a menos del 30 por ciento de la ingesta calórica diaria contribuye a prevenir el aumento de peso en la población adulta. También, el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles disminuye al reducir el consumo de grasas saturadas a menos del 10 por ciento de la ingesta calórica diaria, y de grasas de tipo 'trans' a menos del 1 por ciento, y al sustituir esas grasas por las grasas no saturadas.
Del mismo modo, la OMS ha alertado del aumento del consumo de sal y de la disminución de la ingesta de postasio, lo que contribuye a aumentar la hipertensión arterial y, por ende, el riesgo de enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular. En este sentido, ha asegurado que se podrían evitar 1,7 millones de muertes cada año si el consumo de sal se redujera al nivel recomendado, esto es, menos de cinco gramos diarios.
Por tanto, ha recomendado no añadir sal, salsa de soja o salsa de pescado al preparar los alimentos; no poner sal en la mesa; reducir el consumo de aperitivos salados; y elegir productos con menos contenido en sodio.
NUTRICIÓN EN LACTANTES Y NIÑOS
Respecto a los lactantes y niños pequeños, la organización ha señalado que en los dos primeros años de la vida de un niño, una nutrición óptima impulsa un crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo. Además, reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad y de desarrollar enfermedades no transmisibles más adelante.
Por ello, según la OMS, debe alimentarse a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida; la cual debe continuar al menos hasta los dos años. A partir de los seis meses de edad, deberán introducirse en la alimentación del niño alimentos complementarios, variados, adecuados, inocuos y nutritivos, sin abandonar la lactancia materna. No obstante, no deberá añadirse sal o azúcar a los alimentos complementarios.