MADRID, 26 Ago. (OTR/PRESS) -
Igual que los adultos deben prepararse mentalmente para regresar al trabajo tras las vacaciones, los niños tienen que hacer lo propio para la 'vuelta al cole'.
Los expertos recomiendan a los padres ir reajustando los horarios de las comidas y rutinas de sueño de sus hijos para adaptarlos al comienzo de las clases, que está a sólo dos semanas, y así hacer menos duro el comienzo de las clases.
También deben mentalizar a sus niños de la dinámica que van a retomar, para que la vuelta a la rutina sea mucho más fácil, lo que será considerablmente más sencillo si durante el verano los más pequeños de la casa han realizado actividades que les hayan mantenidot intelectualmente activos.
Según Juan José Millán, director del Centro Psicopedagógico Área 44, en verano es frecuente que los horarios se desajusten, "se coma y se cene más tarde, y no se madrugue". Por eso, y para evitar que a los niños les cueste más levantarse de la cama los primeros días de clase, Millán aboga por que los padres "vayan cambiando el ritmo de las comidas y el sueño progresivamente en las semanas previas". Asimismo, y sobre todo en los niños de primaria, "es adecuado que los padres también vayan mentalizando al niño de la dinámica que hay que retomar".
Todo esto es más fácil si durante el verano se mantuvo el ritmo de lectura y otra actividad que impida "una relajación total y que les obligue a mantener la atención, explicó Millán. En función de las edades, las complicaciones a la hora de retomar las clases son diversas. Mientras que los alumnos de más de doce años suelen presentar más problemas "por la pereza de tener que madrugar", los más pequeños suelen tener más dificultades para retomar el ritmo del aprendizaje.
Para la psicóloga del Centro de Tratamiento de la Ansiedad y el Estrés (CETAES), Vanesa Fernández, los niños tienen mucha mayor capacidad que los adultos a diferentes ambientes, por lo que "no suelen tener tantas dificultades al volver ni sufren nada parecido al síndrome posvacacional". Como mucho, pueden tener cierta tristeza o pena, pero "más por echar de menos a los amigos que han hecho en las vacaciones o en el pueblo y no por el retorno a la situación que dejaron".
Sin embargo, los niños tienen la ventaja de que se ilusionan más fácilmente, y lo normal es que ellos tengan ganas de reencontrarse con los compañeros.
ATENCIÓN PATERNA
En el caso de que el niño tuviese reticencia al regreso podría relacionarse con falta integración o adaptación, por dificultad para el aprendizaje o problemas con los compañeros o los profesores. Por eso, en estos casos de "fobia escolar", Millán recomienda a los padres que estén atentos y un poco más "encima de sus hijos" para ver que les pueden contar de su día a día en el colegio, y ante cualquier duda, ponerse en contacto con el profesor-tutor del niño.
Estos casos suelen ser más habituales cuando los niños cambian de centro y hay una falta de adaptación a los nuevos compañeros. "En estos casos, se puede observar si las relaciones sociales del niño son distintas a las de otros años, y ver con que ánimo vuelve a casa", explicó el experto.