MADRID 4 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los niños con autismo tienen significativamente menos tipos de bacterias intestinales, lo que probablemente les hace más vulnerables a las bacterias patógenas, según concluye un estudio publicado en la revista 'Plos One'.
La nueva investigación, realizada por un equipo dirigido por Rosa Krajmalnik-Brown, del Instituto de Biodiseño de la Universidad Estatal de Arizona, en Estados Unidos, consiste en un análisis bacterial integral centrado en las bacterias comensales o beneficiosas en los niños con trastorno del espectro autista (TEA).
"Una de las razones por las que empezamos a abordar este tema es el hecho de que los niños autistas tienen una gran cantidad de problemas gastrointestinales que pueden durar hasta la edad adulta --dice Krajmalnik-Brown--. Los estudios han demostrado que cuando logramos estos problemas, su comportamiento mejora dramáticamente".
La flora bacteriana que habita en el intestino humano se ha convertido en uno de los temas más candentes en la investigación biológica. Implicada en una serie de actividades importantes incluyendo la digestión, el ajuste del peso del del cuerpo, la regulación de la respuesta inmune y los neurotransmisores que producen afectar al cerebro y el comportamiento, estos pequeños trabajadores forman diversas comunidades, con cientos de especies habitando en el intestino, la mayoría beneficiosos, pero algunos pueden ser muy peligrosos.
Después de publicar una investigación anterior en la que se exploraron los vínculos fundamentales entre la microflora intestinal y el bypass gástrico, Krajmlanik-Brown convenció a James Adams, director del Programa de Investigación sobre Autismo/Asperger para usar técnicas de alto rendimiento para extraer el microbioma de los pacientes con autismo. Anteriormente, Adams había estado estudiando la relación entre el microbioma intestinal y el autismo mediante técnicas de cultivo tradicionales.
El grupo planteó la hipótesis de la existencia de los rasgos distintivos de la microflora intestinal que se encuentra en los autistas en comparación con los niños normales. El estudio confirmó las sospechas y se encontró que los niños con autismo tenían significativamente menos tipos de bacterias intestinales, lo que probablemente les hace más vulnerables a las bacterias patógenas, además de tener cantidades significativamente menores de tres bacterias críticas: Prevotella, Coprococcus y Veillonellaceae.
Krajmalnik-Brown, junto con los autores principales del artículo Dae-Wook Kang y Jin Gyoon Park, sugieren que los conocimientos obtenidos a través de este tipo de investigación pueden ser utilizados en última instancia como una herramienta de diagnóstico y cuantitativa para identificar el autismo y como guía para el desarrollo de tratamientos eficaces para problemas gastrointestinales asociados a TEA. El trabajo también ofrece esperanza para la nueva prevención y métodos para el propio TEA.
ESCASEZ DE TRES GENÉROS BACTERIANOS
Hasta un cuatrillón de bacterias habitan en el intestino humano, lo que contribuye a la digestión, la producción de vitaminas y promover la salud gastrointestinal. Los genes asociados con la flora intestinal humana son cien veces más abundantes que los genes humanos del cuerpo, formando lo que algunos han denominado un segundo genoma, pero diversos factores ambientales pueden desestabilizar el microbioma intestinal natural, incluyendo antibióticos y dietas específicas.
En el presente estudio, un grupo de 20 individuos sanos y 20 sujetos autistas de entre 3 y 16 años de edad fueron seleccionados y se analizó su microflora intestinal a partir de muestras fecales por medio de una técnica conocida como pirosecuenciación, un método de alto rendimiento, lo que permite combinar muchas muestras de ADN, así como analizar muchas secuencias por muestra.
La baja diversidad de los microbios del intestino se correlacionó positivamente con la presencia de los síntomas de autismo en el estudio. Los autores destacan que la riqueza y la diversidad bacteriana son esenciales para mantener una comunidad bacteriana resistente y adaptable capaz de luchar contra los problemas ambientales. "Creemos que un intestino diverso es un intestino sano", afirma Krajmalnik-Brown.
El nuevo estudio detectó una disminución de la diversidad microbiana en los 20 sujetos autistas cuyas muestras fecales fueron analizadas. En concreto, tres géneros bacterianos, Prevotella, Coprococcus y Veillonellaceae, estaban disminuidos en los sujetos con autismo en comparación con muestras de niños normales. Los tres géneros representan grupos importantes de los microbios que degradan carbohidratos y/o los fermentan.
Estas bacterias pueden ser críticas para la interacción microbiana intestinal sana o jugar un papel de apoyo para una amplia red de diferentes microorganismos en el intestino. Entre los géneros completamente clasificados en el estudio, Prevotella, que se cree que juega un papel clave en la composición de la microbiota intestinal, fue el que más visiblemente estaba reducido en sujetos autistas.
Por esta razón, el grupo llevó a cabo una investigación sub-género de los sujetos autistas y en contró que una especie conocida como Prevotella copri se produjo sólo en niveles muy bajos en las muestras de los autistas. La especie es un componente común en los niños normales que presentan las comunidades microbianas más diversas y robustas.
El otro autor principal, Jin Gyoon Park, que trabaja en el 'Virginia G. Piper Center for Personalized Diagnostics', bajo la dirección de Josué LaBaer, ??llevó a cabo un análisis bioinformático y estadístico riguroso de la microflora intestinal y cree que el microbioma puede ser explotado en el trabajo futuro para encontrar biomarcadores de diagnóstico para el autismo y muchas otras enfermedades.