MADRID, 9 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigadores estadounidenses ha producido los primeros monos quiméricos del mundo. Los cuerpos de estos monos, que son normales y saludables, se componen de una mezcla de células que representan nada menos que seis genomas distintos.
El avance tiene un gran potencial para la investigación futura con animales quiméricos, que se había limitado hasta ahora a los ratones. El informe, publicado en 'Cell' también sugiere que puede haber límites a la hora de la utilización de cultivos de células madre embrionarias.
Los monos quiméricos nacieron después de que los investigadores unieran células de embriones de mono Rhesus, e implantaran con éxito estos embriones mixtos en las madres. La clave estaba en mezclar células de embriones de forma temprana, cuando cada célula embrionaria era totipotente, capaz de dar lugar a un animal completo, así como la placenta y otros tejidos de soporte vital (en contraste con las células madre pluripotentes, que pueden diferenciarse en cualquier tipo de tejido en el cuerpo, pero no en tejidos extra-embrionarios u organismos enteros).
"Las células no se fusionan, pero permanecer juntas y trabajan para formar tejidos y órganos", explica Shoukhrat Mitalipov, del Centro Regional de Investigación con Primates de Oregon.
Los esfuerzos iniciales del equipo de Mitalipov para producir monos quiméricos mediante la introducción de cultivos de células madre embrionarias en embriones de monos --un medio bien establecido para producir ratones quiméricos-- no funcionaron.
Los ratones quiméricos han sido extremadamente importantes para la investigación biomédica, permitiendo la producción de ratones transgénicos 'knock-out', con deleciones de genes específicos.
Mitalipov explica que parece que los embriones de primates evitan que los cultivos de células madre embrionarias se integren, como lo hacen en los ratones. El estudio también sugiere que las células cultivadas de embriones de primates y la células madre humanas, algunas de las cuales se han mantenido en el laboratorio durante décadas, no son tan potentes como las que se encuentran dentro de un embrión vivo.
"Tenemos que volver a lo básico", afirma Mitalipov, "además de estudiar las células madre embrionarias cultivadas, debemos estudiar también las células madre de embriones". Según el investigador, para avanzar en las terapias con células madre, desde el laboratorio a los hospitales, y desde el ratón a los humanos, tenemos que entender lo que estas células de primates pueden y no pueden hacer.