BARCELONA 29 Nov. (EUROPA PRESS) -
Una mosca modificada genéticamente ha permitido a científicos del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona estudiar cómo una célula normal se transforma en tumoral, un proceso paulatino que podría demostrar una correlación hasta ahora desconocida entre inestabilidad genómica y cáncer.
La investigación, que publica la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), ha logrado reproducir cada uno de los pasos conocidos para que una célula sana acabe generando un tumor, en el modelo de una mosca 'Drosophila melanogaster'.
El equipo investigador ha destacado en un comunicado que los genes de la Drosophila están conservados también en ratones y humanos, por lo que el estudio permitiría desarrollar modelos más próximos a la práctica clínica en relación con el cáncer.
Los científicos del IRB provocaron inestabilidad genómica en una ala de la mosca, que generó así "cromosomas aberrantes" que no sucumbieron ante los mecanismos naturales de autodefensa celular y, posteriormente, observaron cómo éstas se desprendían del tejido, adquirían capacidad de movimiento, activaban el crecimiento anormal de células colindantes, degradaban la membrana basal que las mantenía en su sitio y eran capaces de invadir tejidos vecinos.
"Todos estos eventos son paralelos a lo observado en un cáncer, así que este modelo de mosca nos serviría para describir cada uno de los genes y moléculas involucrados" en un cáncer, ha asegurado el investigador Icrea del IRB Marco Milán.
Más allá del hallazgo, los investigadores destacan que lo verdaderamente novedoso es que es la primera vez que se han descrito estos fenómenos asociados a la inestabilidad genómica, lo que permite plantearse si dicha inestabilidad es la que está detrás del origen de los tumores.
Se sabe que en todos los cánceres humanos las células muestran una gran inestabililidad genómica, pero no se ha demostrado una correlación directa entre los dos hechos.
Los tratamientos contra estas enfermedades atacan habitualmente la proliferación y división celulares, lo que hace que en el combate también se ataque a células sanas y se generen numerosos efectos secundarios negativos, por lo que los investigadores aventuran que un ataque dirigido solo contra las células con inestabilidad genómica permitiría generar nuevos tratamientos contra el cáncer, quizás más eficaces.