VALENCIA 14 Jun. (EUROPA PRESS) -
La mitad de las mujeres tendrán un problema de incontinencia urinaria en algún momento de su vida. Este trastorno se asocia con un escape involuntario de la orina que tiene un elevado impacto sobre la calidad de vida de la paciente. Además de un problema higiénico, este trastorno representa en la mujer un serio condicionante para sus relaciones laborales, sociales y afectivas.
Esta es una de las conclusiones que se presentaron en el 34º Congreso Nacional de la Asociación Española de Urología (AEU), que se celebra hasta el próximo 15 de junio en Feria Valencia con la presencia de más de un millar de especialistas.
En este sentido, el coordinador del Grupo de Urodinámica de la Asociación Española de Urología (AEU), Luis Prieto, aseguró que "no estamos ante un problema frente al cual la paciente deba resignarse como algo inevitable asociado a la edad. En la actualidad existen distintas alternativas de tratamiento con un alto grado de efectividad en la gran mayoría de los casos".
La incontinencia de orina presenta una incidencia creciente a raíz del progresivo envejecimiento de la población. "Con el paso de los años, los tejidos se debilitan y se van acumulando la alteraciones neurológicas que provocan que la incontinencia sea más frecuente", explicó Prieto, quien aclaró que no toda la incontinencia urinaria representa un problema para los pacientes.
Dependiendo de cómo se produzcan las pérdidas de orina, existen dos tipos de incontinencia, la de esfuerzo que ocurre durante el ejercicio físico y al toser o estornudar, y la de urgencia, que viene precedida de un fuerte deseo de orinar.
El doctor Prieto subrayó que la incontinencia urinaria no es una enfermedad en sí misma, sino un problema que responde a varios factores. "Las causas que están detrás de un escape involuntario de orina varían mucho dependiendo de la edad", apuntó. En la mujer joven, el embarazo y el parto constituyen la principal causa del debilitamiento del suelo pélvico. En la edad madura (entre los 45-60 años), la más frecuente es la incontinencia de esfuerzo. En estos casos, la afectada presenta una uretra incompetente asociada siempre a un suelo pélvico que ha perdido el tono que tenía en la juventud. Esto está directamente asociado a su vez con el descenso hormonal ligado a la menopausia.
En las mayores de 65 años aumenta en frecuencia la hiperactividad vesical, que sucede cuando los mecanismos inhibitorios del reflejo miccional están alterados y se produce un fallo en el control voluntario de la micción. El afectado siente las ganas de orinar, pero no puede controlarlo.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
Los casos de incontinencia urinaria de esfuerzo se pueden mejorar a través de una serie de ejercicios del suelo pélvico. En el caso de las embarazadas, la rehabilitación del suelo pélvico "debe realizarse en el último trimestre de gestación" y "conviene tener presente que estos ejercicios cuando no se realizan correctamente pueden ser contraproducentes, por lo que siempre se deben hacer bajo la supervisión del urólogo de referencia u otro profesional con conocimientos adecuados, como son la matrona y el fisioterapeuta", explicó el doctor.
En cuanto a su tratamiento, actualmente la colocación de bandas libres de tensión en mujeres con incontinencia de esfuerzo ofrece unos resultados satisfactorios en el 80 por ciento de los casos. En apenas 20 días tras la intervención, la paciente puede volver a su vida normal y, transcurridos los tres meses, puede retomar su actividad sexual.
TRAUMATISMOS EN LA URETRA
Otro de los contenidos del Congreso Nacional de Urología son los traumatismos de la uretra. Pese a que se trata de una patología poco frecuente, las lesiones de la uretra no son fáciles de tratar y el proceso de recuperación, en la mayoría de las ocasiones, supera los tres meses desde el diagnóstico. La causa más común de lesión son las caídas a horcajadas. "El impacto del golpe afecta directamente a la uretra posterior que, a diferencia de los tejidos que envuelven la uretra anterior, son menos consistentes y más sensibles. De ahí que el número de traumatismos sobre esta zona sean más frecuentes", indicó Prieto.
El diagnóstico de lesión uretral se sospecha con facilidad gracias a las circunstancias del traumatismo, a la presencia de una uretrorragia o hematuria (expulsión de sangre por la uretra u orina respectivamente), así como problemas para orinar, escozor o hematomas en la zona del golpe. Por ello, siempre debe confirmarse y precisarse, mediante una uretrografía retrógrada, el alcance de la lesión. Aún así, el mayor riesgo reside en la acumulación de sangre en la uretra como consecuencia del impacto.