MADRID 10 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes con daño cerebral adquirido (DCA) por ictus o por traumatismo craneoencefálico tienen por cuidador, en la mayoría de los casos, una persona de su familia que suele ser una mujer en torno a 60 años de edad que es familiar directo del paciente y la mitad de ellas padecen depresión o ansiedad, según el estudio 'Epidemiología del DCA: La Carga Global del Daño Cerebral Adquirido en el País Vasco y Navarra'.
"Cuando la persona con DCA recibe el alta hospitalaria, llega a casa curada de sus lesiones, pero no rehabilitada, y es el familiar quien tiene que realizar los cuidados diarios, sin haber recibido formación ni estar preparado psicológicamente para ello", explicó Amalia Diéguez, presidenta de la Federación Española de Daño Cerebral (FEDACE) y miembro del comité organizador de la jornada Familia y Daño Cerebral que tiene lugar este jueves 11 de marzo en el Hospital Beata María Ana de Madrid.
Por ello Diéguez recalcó que "las familias requieren de una atención que no se interrumpa, especializada, desde la sala de urgencias hasta el salón de su casa".
Esta jornada organizada por la Red Menni de Servicios de Daño Cerebral, FEDACE y el departamento de Psicología Básica II de la Universidad Complutense de Madrid, pretende ser un foro en el que los participantes compartan experiencias y reflexionen sobre cómo mejorar la atención a las familias de personas con daño cerebral.
Hasta estas asociaciones llegan familias con secuelas tales como "el aislamiento, la marginación, la desconfianza, las falsas expectativas, la desorientación", señaló Diéguez quien afirmó que "todos estos efectos secundarios son evitables si hubieran sido tratados adecuadamente desde un principio".
En este sentido, recalcó que el tratamiento de las familias con DCA "requiere un abordaje lo más temprano posible, para así evitar secuelas y complicaciones que, de otra forma, los familiares arrastrarán durante todo el proceso rehabilitador".
Este congreso es también "un reconocimiento del papel de la familia como soporte fundamental en situaciones de enfermedad o discapacidad, ya que desgraciadamente, ha habido una fractura histórica entre familias y profesionales", señaló Diéguez.
Además, Diéguez reclamó como necesarias "políticas preventivas que frenen la incidencia del DCA. Es urgente trabajar en líneas de investigación y abrir foros de debate, como en el que nos encontramos, para el tratamiento de las personas afectadas y sus familias".
Por otra parte, según el doctor José Ignacio Quemada, director de la Red Menni de Servicios de Daño Cerebral y miembro del comité organizador de la jornada, "el profesional que les recibe puede carecer de visión global y no tiene por qué ser una persona psicológicamente muy sofisticada. Además, experimenta angustia ante los límites de su conocimiento y no es inmune al impacto emocional que le producen los dramas de otros seres humanos".