MADRID 26 Sep. (EUROPA PRESS) -
El misionero español Manuel García Viejo, que falleció ayer por el ébola que le tenía ingresado desde el lunes en el Complejo Hospitalario La Paz-Carlos III de Madrid, tras ser repatriado por haberse infectado en Sierra Leona, fue incinerado a última hora de la tarde en el tanatorio de Collado Villaba de Madrid, según fuentes de la consejería de Madrid.
La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OHSJD) a la que pertenecía García Viejo y la familia del Hermano Manuel García Viejo han emitido un comunicado donde "agradecen el enorme esfuerzo que la sociedad española ha hecho por salvar su vida, estando implicado el Gobierno de España desde el primer momento y sin escatimar esfuerzos".
El fallecimiento del religioso español se certificó a las 17.55 horas después de que en las últimas horas hubiera sufrido un "empeoramiento" como consecuencia del "delicado estado de salud" que presentaba. Los médicos que le atendían, según las mismas fuentes, han hecho todo lo posible por salvar su vida.
El religioso, de 69 años, trabajaba como director médico del Hospital San Juan de Dios en la ciudad de Lunsar y pertenecía desde hacía 52 años a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OHSJD). Asimismo, había dedicado los últimos 30 años de su vida a trabajar en África.
Tras confirmarse que se había infectado con el virus del ébola, García Viejo manifestó su deseo de ser trasladado a España y se iniciaron los trámites para su repatriación, que se produjo en la madrugada del pasado lunes.
A su llegada a España presentaba una "importante deshidratación" y una afectación hepato-renal. Tras ser ingresado, se procedió a su motorización y se le realizó una extracción de sangre para el estudio de hemograma, bioquímica y coagulación.
En los más de tres días que ha permanecido ingresado ha recibido tratamiento "de soporte", es decir, centrado en el control de los síntomas, al no haber una terapia específica para combatir el virus.
Uno de los tratamientos experimentales que se han desarrollado en los últimos meses, el 'Zmapp', con el que se trató al religioso Miguel Pajares, también repatriado a España, se encontraba agotada en todo el mundo, por lo que se estaban barajando otras alternativas terapéuticas para poder tratarlo.