BARCELONA 2 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Centre de Regulació Genòmica (CRG) de Barcelona han conseguido reprogramar células de linfoma y leucemia para que dejen de ser malignas, en el marco de una nueva estrategia terapéutica para tratar enfermedades de la sangre.
El trabajo, que lidera el Centro de Investigación Médica Aplicada (Cima) de la Universidad de Navarra (Unav), demuestra que "las células de cáncer en humanos pueden ser transformadas en células normales similares", ha explicado el investigador principal, jefe de grupo en el CRG y profesor de investigación Icrea Thomas Graf.
Según Graf, "este descubrimiento es una prueba de metodología para una nueva estrategia terapéutica que permita tratar enfermedades de la sangre como la leucemia y el linfoma".
El equipo de este investigador ya demostró que, gracias al factor de transcripción C/EBP+alfa, era posible transformar un tipo celular de la sangre en otro diferente; en concreto el grupo investigó la posibilidad de reprogramar linfocitos en macrófagos, y ahora ha hecho lo mismo con células tumorales.
En el trabajo reciente no sólo han conseguido transformar las células malignas, sino que "las células reprogramadas mantienen su nueva condición de macrófagos a lo largo del tiempo y de forma definitiva", según ha explicado el centro.
Además, los investigadores han podido comprobar que la capacidad de generar tumores en ratones inmunodeprimidos se reduce drásticamente, lo que posiciona su propuesta como una nueva modalidad de tratamiento muy efectiva.
"Debemos seguir investigando para encontrar la forma de utilizar lo que acabamos de descubrir en beneficio de los pacientes. Lo más importante es que ahora sabemos que las células de cáncer humanas pueden ser reprogramadas con éxito y que además la reprogramación disminuye las posibilidades de reproducir el cáncer", ha indicado.
Por ello, ahora el trabajo se centrará en encontrar compuestos químicos con la misma capacidad para tratar el tumor, no solo en cultivo sino también en pacientes, ha insistido Graf, cuyo trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia y el Ministerio de Salud.
Además, la primera autora del artículo, Francesca Rapino, cuenta con una beca del Programa Internacional de Doctorado financiado por la entidad financiera La Caixa.