MADRID 5 Ago. (EUROPA PRESS) -
Ancianos, niños y pacientes con trastornos cardiovasculares o respiratorios son los más sensibles a los efectos del fuerte calor que ha llegado a todos los rincones de la península. Pero para evitar el denominado 'golpe de calor' en todos los sectores de la población, los expertos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) aconsejan poner en práctica una serie de recomendaciones, tales como ingerir abundantes líquidos, moderar el consumo de alcohol, evitar las comidas excesivas, comer frutas y verduras, limitar la actividad física y usar ropa ligera de tonos claros.
Según la SEPAR, los ancianos y los niños menores de 5 años son los más vulnerables a los efectos de las altas temperaturas por la razón de que el mecanismo termorregulador de que disponemos (que no es otro que el sudor, mediante el que nuestro expulsa el calor que le sobra), puede funcionar inadecuadamente en el caso de los primeros o no estar aún del todo desarrollado en lo que se refiere a los más pequeños.
La consecuencia más común es la deshidratación. En los casos extremos y siempre preocupantes, puede aparecer lo que se denomina golpe de calor, que se manifiesta por un dolor de cabeza cada vez más intenso, malestar general, nauseas, dolores musculares y pérdida de conocimiento que puede llegar al coma.
Cuando se den estos síntomas, los expertos recomiendan obligado el traslado del individuo al hospital más cercano para devolverle sus constantes hidroelectrolíticas y disminuir la elevada temperatura corporal.
En todos los demás casos de trastornos producidos por el calor se deben adoptar una serie de medidas, como trasladar al afectado a un lugar fresco, mantener su cabeza un poco alta y colocar compresas de agua fría o bolsas de hielo sobre ella. También, y siempre que esté consciente, hay que administrarle abundante agua.
LOS MEDICAMENTOS Y EL CALOR
Los neumólogos señalan asimismo que algunas dolencias pueden causar deshidratación o influir en el centro termorregulador hipotalámico. En este sentido, explican que enfermedades agudas como diarrea, infecciones o quemaduras cutáneas, y otras crónicas como hipertensión, enfermedades mentales y obesidad, requieren unas precauciones especiales a la hora de prevenir trastornos provocados por el calor.
De igual manera, advierten de que los tratamientos con fármacos como diuréticos, anticolinérgicos y barbitúricos pueden favorecer la pérdida de líquidos o producir una elevada toxicidad en pacientes deshidratados, por lo que en caso de estar haciendo uso de ellos conviene ser prudente y recabar, si se tienen dudas, el consejo de un médico.
"El verano pude ser -según aclara el doctor José Gallardo Carrasco, miembro de la SEPAR-, un buen período el año para introducir mejoras en la alimentación que no sólo nos reportarán mejor salud en general, sino que en también contribuirá a hacernos más llevadero del exceso de calor.
En este sentido, aconseja dar prioridad a la ingestión de hidratos de carbono (pan, pasta, arroz, patatas, legumbres, frutos secos, etc.) y otros alimentos ricos en fibra, como hortalizas y frutas, frente al consumo de grasas. Estas últimas nunca deberían superar el 30 por ciento del aporte calórico, mientras que se puede perfectamente abusar de las frutas, toda vez que son una importante fuente de vitaminas y de las sales minerales que perdemos con el sudor.
En cuanto a hacer deporte, se desaconseja practicar los más intensos, aunque se concentren en poco tiempo, y se sugiere en su lugar los de tipo aeróbico, aunque sin llegar en ningún caso al umbral de la fatiga. "Pasear a un ritmo vivo o la gimnasia, podrían ser ejemplos de ejercicios aptos para estas fechas", comenta el especialista de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.
Asimismo, aconseja también evitar los cambios bruscos de temperatura, "a veces hasta de 20 grados", que se producen cuando se sale de un hogar o local en exceso refrigerado y nos sumergimos en el calor insoportable de la calle.
"Lo ideal -comenta al respecto- es que en los ambientes condicionados el termostato no baje de los 22 o 23 grados. Con ello, además de ahorrar energía, se evitarán los cambios bruscos de temperatura que propician resfriados, faringitis y neumonías".