MADRID, 24 May. (EUROPA PRESS) -
Un informe, elaborado tras el 'II Foro Innovación y Sostenibilidad: construyendo la sanidad del siglo XXI', una iniciativa de SILO, la Fundación UNED y la compañía farmacéutica Celgene, advierte de que los dos retos principales que, en los próximos años, afrontará la sanidad en España son el acceso a la innovación tecnológica y la urgente necesidad de evaluar los resultados de salud.
"Entre estos desafíos, se encuentran aspectos como el envejecimiento de la población y el aumento de la cronicidad, que implican la necesidad de tratar a más pacientes más mayores. También, la demanda creciente de servicios sanitarios ante unos recursos limitados que se han visto además reducidos en los últimos años, o los cambios en el comportamiento, las expectativas y las demandas de los pacientes, que están adquiriendo un mayor nivel de empoderamiento con respecto a su estado de salud", ha comentado la presidenta de COTEC-Fundación para la Innovación y exministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia.
De hecho, según el último informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos de 2015, España es el quinto país en el que más ha caído la inversión (1,6%) en presupuesto destinado a sanidad, mientras que la media de los Estados Miembros de la OCDE subió un 0,5 por ciento, lo que obliga a asignar mejor los recursos para mantener los resultados. En este sentido, Garmendia ha asegurado que existe la necesidad de avanzar hacia una medicina basada en evidencia, y ha subrayado la importancia de encontrar el camino para lograr un "mayor compromiso político".
Asimismo, los expertos que han participado en el informe han comentado que uno de los principales puntos que hay que poner en marcha es la cultura de la medición, con el objetivo de poder descubrir ineficiencias, identificar fortalezas, y poder tomar decisiones basadas en el conocimiento. En ocasiones, tal y como han avisado, el hecho de no saber cuántos pacientes sufren una determinada enfermedad, o de cuántos especialistas se dispone para tratarlos, dificulta la toma de decisiones ajustada a la realidad y, a la larga, afecta a la sostenibilidad del sistema.
Del mismo modo, en el trabajo se recoge la necesidad de evaluar los cambios innovadores para saber qué han aportado al sistema. Además, por las propias características de los procesos, la evaluación debe llevarse a cabo a largo plazo.
"Es necesario que afrontemos los retos*a los que como Sistema Nacional de Salud nos enfrentamos en el actual escenario*económico y social. Debemos buscar, ante todo, el bienestar de los pacientes y los resultados en salud. Para ello son necesarias fórmulas innovadoras colaborativas basadas en la corresponsabilidad entre todos los agentes que minimicen la incertidumbre y nos permitan continuar garantizando el acceso a los nuevos medicamentos de una forma sostenible",*ha apostillado el director de la Gerencia de Farmacia y del Medicamento de CatSalut, Antoni Gilabert.
Por su parte, el vicepresidente y director general de Celgene en España y Portugal, Jordi Martí, ha señalado que la sostenibilidad del sistema sanitario pasa por la priorización en la toma de decisiones, la apuesta por la innovación y la medición de los resultados. "Desde Celgene, apoyamos este tipo de iniciativas que ayudan a determinar nuevas propuestas que contribuyen a afrontar los retos de la sanidad en nuestro país a corto, medio y largo plazo, aportando siempre la visión de los diferentes agentes del sector", ha argumentado.
IDENTIFICAR QUÉ ES INNOVACIÓN Y QUÉ NO LO ES
Y es que, se estima que, por cada euro invertido en tecnología médica en el área de la Oncología, se obtienen 1,36 euros, lo que demuestra la importancia de apostar por la innovación en medicina. En este sentido, en el documento de conclusiones, se ha recogido la necesidad de identificar qué es innovación y qué no lo es.
Por ello, los expertos han apoyado la idea de desarrollar un sistema de puntación de diferentes parámetros para establecer un procedimiento sistemático para la evaluación y reconocimiento de la innovación, en el que se incluyan aspectos como el valor terapéutico de la innovación, la mejora en la seguridad del paciente, o la repercusión en los recursos sanitarios.
Además, en el informe se hace alusión a que la medición será también una vía para hacer que la innovación sea sostenible. En la actualidad, la ausencia de buenas evaluaciones hace que no se conozca la aportación real de los fármacos innovadores, valorando, por ejemplo, cuántas cirugías evita.
Otro de los aspectos contemplados, es la redistribución de recursos para lograr que llegue la innovación ya que, a juicio de los especialistas, la medición de resultados sería una herramienta que ayudaría en la toma de decisiones sobre dónde colocar los recursos limitados del estado.
Asimismo, los expertos han destacado la necesidad de establecer vías de cooperación con la industria para que los fármacos innovadores lleguen a los pacientes. Una cooperación que, a su entender, ayudaría a mejorar la gestión de futuros escenarios, y podría comenzar en etapas muy tempranas del desarrollo de una innovación, evaluando el 'pipeline' de los medicamentos para poder planificar mejor el impacto que tendrán sobre la salud de los ciudadanos, la demanda que existirá, y los gastos en los que se incurrirá para poder satisfacerla.
Otra de las propuestas se centra en poner a los ciudadanos en el centro, observando el proceso del paciente para detectar oportunidades de innovación a lo largo de todo el camino. Además, los expertos han instado a que el Ministerio de Sanidad sume recursos y esfuerzos con las comunidades autónomas a través de un diálogo permanente y de objetivos compartidos a medio y largo plazo.