MADRID, 31 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio sobre el origen del cáncer de piel ha identificado un nuevo tipo de células cancerígenas adyacentes que los científicos han llamado 'co-conspiradoras' en la génesis del melanoma, un hallazgo que podría dar a los oncólogos la clave para predecir, prevenir y frenar la proliferación del cáncer.
Las alteraciones en las células productoras de pigmentos son las responsables de la aparición del melanoma --el cáncer de piel más peligroso--, explican los autores del estudio, de la Universidad Estatal de Oregon (Estados Unidos). Sin embargo, otras células adyacentes a este "microambiente" cancerígeno también juegan un papel importante en el desarrollo de la enfermedad.
"Estas células, denominadas queratinocitos, son las "conductoras" de los cambios y de la transformación maligna de las células productoras de pigmentos (melanocitos)", indica Arup Indra, profesor asistente en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Oregón, en un artículo publicado en la revista 'Cell and Melanoma Research'.
"Así --señala-- aparecen dos actores: los melanocitos donde se desarrolla el cáncer y los queratinocitos que 'hablan' con las primeras a través de señales para que se alteren". "Trabajan de forma coordinada, por lo que las dos con cómplices del crimen", asegura Indra.
La investigación se llevó a cabo con modelos animales y con muestras de tejido humano procedentes de individuos con una mutación en el gen Cdk4, asociado a la mayor predisposición a desarrollar melanoma y con una prevalencia significativa en países como Noruega, Francia, Australia e Inglaterra.
Los autores encontraron que la proteína 'RXR-alfa' en los queratinocitos podría proteger las células pigmentarias de ciertos daños que prevendrían su progreso hacia un melanoma invasivo. Estas proteínas son las encargadas de enviar señales químicas a las células pigmentarias adyacentes.
En este sentido, el estudio ha revelado que estas señales pueden, 'de facto', prevenir o bloquear la proliferación anormal de los melanocitos en ratones de laboratorio. En cambio, cuando esta proteína era eliminada o inhibida, las células del melanoma se volvían más agresivas, invadiendo los nódulos linfáticos de los ratones.
Sin embargo, tanto las proteínas protectoras como las células pigmentarias pueden sufrir daños si se exponen a toxinas químicas o a rayos ultravioleta a través de la piel, creando una "espada de doble filo" en la compleja etiología del melanoma, explica Indra.
En cualquier caso, afirma, "este hallazgo podría ser útil en el futuro desarrollo de una herramienta de pronóstico de la enfermedad, que facilitaría el diagnóstico precoz, y para comprender la predisposición al melanoma de ciertas personas".