MADRID, 24 Nov. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) subraya el papel clave que pueden jugar sus profesionales para mejorar la detección de la violencia de género o las agresiones sexuales en las mujeres, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se celebra este viernes 25 de noviembre.
Para ello, la SEGO cuenta con un documento de consenso de la especialidad destinado a reforzar la contribución de los ginecólogos a la detección temprana de la violencia de género desde el sistema sanitario, en el que la violencia de género es un problema infradiagnosticado, y solo se detecta el 5 por ciento de los casos. En este documento se destacan cuestiones como la ausencia de control de la fecundidad, debido a la negativa del maltratador, que suele ir asociada a un aumento de embarazos no deseados e interrupciones de embarazo de repetición; u otras como las complicaciones del embarazo, que también pueden esconder un caso de violencia doméstica.
Este consenso aboga por el cribado universal de la violencia de género en todas las consultas de Ginecología y Obstetricia, y enumera los factores de riesgo de la violencia de género, que en los colectivos más vulnerables un porcentaje importante por parte de la pareja se inician con el embarazo, incluida la violencia física y sexual. Por eso, las consultas de embarazo y puerperio -como las de planificación familiar y las revisiones periódicas- representan una oportunidad para detectar la violencia de género.
SIGNOS Y SÍNTOMAS DE SOSPECHA
Entre los signos y síntomas de sospecha que deben alertar al especialista, además de la ausencia de control de la fecundidad ya mencionada, también destaca el rechazo al uso del preservativo, lo que aumenta las probabilidades de infección de transmisión sexual, y en ocasiones puede esconder un caso de violencia doméstica.
El documento también contiene recomendaciones prácticas a los especialistas sobre lo que deben realizar en la consulta para que la mujer maltratada pueda confirmar al profesional que sufre esta situación, en lo que lo fundamental es preguntar y hacerlo sin miedo, porque muchas mujeres están dispuestas a revelar el maltrato cuando se les pregunta en forma directa.
En este sentido, los ginecólogos deben transmitir empatía y respeto con el lenguaje no verbal y sobre todo escuchar a sus pacientes, pues la consulta puede resultar el único espacio que tiene la mujer para hablar de su maltrato. Una vez detectado un posible caso de violencia de género, es clave asegurar un tiempo y espacio que garantice la confidencialidad de la mujer y que en ningún momento su pareja sepa ha revelado su situación.
La SEGO, a través de este consenso, también recuerda a sus profesionales que el personal sanitario tiene la obligación legal de comunicar el maltrato o agresión sexual a las autoridades judiciales mediante el parte de lesiones e informe médico, el cual es fundamental para poner en marcha las medidas legales dirigidas a la protección de la mujer y es, en muchas ocasiones, la única prueba de un posible delito con el que cuentan los juzgados.
Asimismo, recoge la situación de la mujer de no denunciar su maltrato, lo que coloca a los profesionales ante la disyuntiva de cumplir con el deber de comunicar un delito a expensas de quebrar el respeto a la autonomía y derecho a la confidencialidad con sus pacientes. En este sentido, destaca que la salvaguarda de la confidencialidad no es una obligación absoluta, y recomienda que el secreto médico debe revelarse ante la sospecha de caso de violencia de género, poniéndolo inmediatamente en conocimiento de la justicia, incluso cuando no tenga la certeza suficiente como para emitir un parte de lesiones.