NUEVA YORK, 4 Jun. (OTR/PRESS) -
La fuerza de voluntad no sirve por sí sola a la hora de dejar de fumar. Según un nuevo estudio científico, son los genes los que principalmente determinan si una persona responderá mejor o peor a los programas para abandonar este hábito y si tiene o no predisposición para ello.
Se trata de un descubrimiento "sin precedentes" según señaló el equipo de la investigación, que espera que este estudio permita solucionar la dependencia de los hombres a estas sustancias. Por el momento, aseguran que al menos treinta de los genes identificados intervienen en el control de la dependencia a las drogas.
Científicos del National Institute on Drug Abbuse estadounidense, en colaboración con Universidad de Duke, han descrito por primera vez una secuencia genética, formada por un centenar de genes, que permite predecir cómo responderá un fumador ante diferentes tipos de tratamiento antitabaco, sobretodo en aquellos en los que se trata de suplantar la necesidad de nicotina como pastillas, parches o chicles, durante semanas o meses. Del mismo modo, también se puede conocer si responderá de modo positivo al Bupropion, un fármaco antidepresivo que se utiliza habitualmente para estos casos y que, aunque no contienen nicotina, trabaja para contener las ansias por esta sustancia interfiriendo con el circuito de recompensa del cerebro.
Ahora los investigadores tienen más evidencias de que hay una base biológica no sólo para la adicción, sino también para la capacidad de un fumador de dejar con éxito la adicción. Según una información publicada por la revista 'Time', recogida por otr/press, los científicos quieren advertir a los profesionales que se ocupan de aconsejar terapias para ayudar a fumadores a vencer el mal hábito, que deben prestar mucha atención a estos factores.
En este sentido, señalan que un modo de estimular al fumador que está en proceso de dejar el vicio, sería buscarle una 'pareja' que compartiera con él el mismo método antinicotina. Ese es precisamente el sistema que están llevando a cabo en el estudio, dirigido por el profesor Jed Rose, director de la Universidad de Duke. En este estudio, Rose y su equipo estudiaron 520.000 genes individuales tomados de muestras de sangre de fumadores y no fumadores de los que determinaron que existe un perfil de genes que están implicados en las probabilidades de que una persona rompa con su hábito a la nicotina.
Concretamente, señala la publicación, algunos genes influyen en la comunicación con la célula básica; otros cifran las enzimas que se estropean en el cuerpo dependiendo del método antinicotina que utilicen. Es decir, cada uno de esos genes, dice Rose, "tiene una misma función, ayudar a dejar el tabaco, aunque cada uno de manera distinta". De este modo, la gente con los genes que de una manera más eficiente cifran las enzimas responden mejor a los fármacos, puntualiza el director del estudio, mientras la gente con las variantes genéticas que mejoran la comunicación de célula tiene una mayor facilidad, en general, para dejar el vicio.
OTRAS DEPENDENCIAS
Pero este nuevo descubrimiento no se queda sólo en el tabaco, sino que, los científicos esperan que sirva para la dependencia de otro tipo de sustancias. Así, señalan que al menos treinta de los genes identificados intervienen en el control de la dependencia a otras sustancias. Estos hallazgos brindan un mayor apoyo a la idea de que la dependencia a la nicotina comparte algunas vulnerabilidades genéticas comunes con las adicciones a otras drogas legales e ilegales.
Algunos de los genes específicos identificados podrían aportar explicaciones sobre por qué ciertas personas parecen tener una susceptibilidad especial a la adicción, y por qué otras logran con más facilidad dejar estos hábitos nocivos. Lo que abre nuevas posibilidades para encontrar objetivos específicos para los tratamientos.