MADRID 20 Jun. (EUROPA PRESS) -
Las frutas y verduras que se compran en el supermercado en realidad siguen vivas, lo que sugiere que la forma en la que se almacenan en el hogar podría tener consecuencias reales para su valor nutricional y la salud, según revela una investigación publicada este jueves en la revista 'Current Biology'.
"Las verduras y frutas, incluso después de la cosecha, pueden responder a las señales de luz y por lo tanto cambiar su biología en formas que puedan afectar el valor de la salud y la resistencia de los insectos", explica Janet Braam, de la Universidad de Rice, en Houston, Texas, Estados Unidos. "Tal vez deberíamos guardar nuestras verduras y frutas bajo ciclos de luz-oscuridad hasta el momento en que cocinar y comer para aumentar su valor para la salud", añade.
Braam y sus colegas encontraron previamente que las plantas cultivadas en el laboratorio cambian su fisiología de manera importante a lo largo de la jornada, impulsada por los ritmos circadianos. Se sospecha que los cultivos alimentarios podrían hacer algo similar, tal vez, incluso después de que hayan sido recolectadas en el campo.
A diferencia de los animales, las plantas se componen de muchas partes distintas o módulos de hojas y ramas, frutos y raíces, que pueden seguir metabolizando y sobrevivirr más o menos de forma independiente, por lo menos durante algún tiempo. Incluso después de haber sido cosechadas y cortadas, sus células se mantienen activas y vivas.
El equipo de Braam ahora muestra que después de la cosecha, verduras y frutas pueden, de hecho, seguir percibiendo luz y, como consecuencia, sus relojes biológicos continúan funcionando. Eso es una ventaja para las plantas, ya que les permite alterar los niveles de sustancias químicas importantes que los protegen de ser comidas por los insectos y otros herbívoros, según hallaron los investigadores, quienes señalan que cuando las personas las comen, algunos de esos mismos fitoquímicos proporcionan efectos anticáncer.
Los investigadores hicieron el descubrimiento inicial en los estudios de la col y, posteriormente, analizaron respuestas similares en lechuga, espinacas, calabacines, patatas dulces, zanahorias y arándanos. Las frutas y verduras sometidas a ciclos de luz-oscuridad en el momento adecuado sufrieron claramente un menor daño por parte de los insectos.
Para los científicos, podría ser importante considerar todos los días los horarios de los alimentos, no sólo los nuestros, a la hora de decidir a qué hora se cena. "Puede ser de interés para la cosecha de los cultivos y la congelación o no para conservarlos en momentos concretos del día, cuando los nutrientes y fitoquímicos valiosos están en su mejor momento", concluye Braam.