MADRID 15 Dic. (EUROPA PRESS) -
Con la llegada del verano y las elevadas temperaturas aumentan las recomendaciones y los cuidados de la piel, cuando llega el otoño la población se relaja frente la fotoprotección y la hidratación sin ser conscientes de que con el frío y el aire invernal la piel se vuelve más frágil e irritada si no se mantienen los cuidados.
"La piel sufre de manera diferente en inverno que en verano. En verano podríamos distinguir la exposición solar, que es una de las cosas que causan más problemas a la larga, pero la protección solar debería usarse todo el año, porque la exposición al sol en primavera, otoño e invierno supone el doble de horas que la exposición que se sufre en verano", recuerda el médico adjunto del Servicio de Dermatología del Hospital Central de Defensa, el doctor Santiago Vidal.
Por lo tanto, "no se trata de extremar las precauciones en invierno sino continuar con la protección, advierte este experto que ha participado en las jornadas de prevención de patologías de la piel relacionadas con el frío, en las que colaboran los Laboratorios Dermatológicos Avène y la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Entre los agentes que más pueden afectar en esta época del año, además del frío y el aire entre los medioambientales, se encuentran los cambios de temperatura que produce pasar del calor de la calefacción al frío de la calle. Dentro de la higiene, hay agentes que pueden ser "muy perjudiciales" como el agua muy caliente de las duchas, además puede perjudicar ducharse durante mucho tiempo y determinados agentes químicos como los presentes en geles o el cloro de las piscinas.
Por otra parte, "las actividades al aire libre conllevan un riesgo añadido por la exposición solar, muchas veces no somos conscientes porque al hacer frío pensamos que el sol no afecta a la piel", reitera.
Dejando a un lado la radiación solar, para lo que solo existe una recomendación que es protegerse a diario - "en invierno un 30 y en verano un 50", explica-; la deshidratación por el frío que provoca que aumente la sequedad de la piel, y, por tanto, dependiendo el caso, la piel se puede volver más seca hasta convertirse en frágil llegando incluso a producirse irritaciones.
Las pieles que más sufren son las más delicadas, que son la de los más pequeños y los más mayores, "ambos son los que tienen la piel más frágil". En estos casos, hay que buscar productos de higiene diarios adecuados a esas pieles y a las actividades que realicen, teniendo en cuenta que "a los niños y los mayores suelen recomendarse actividades al aire libre, evidentemente esto les agrede y reseca la piel".
En el caso del resto de adultos siempre es recomendable una hidratantes, si se trata de una piel seca los cuidados deben ser muy parecidos a los de los niños, es decir jabones especiales y mucha crema hidratante, "ya que al final se puede convertir en una piel frágil e irritable parecida a la de los más mayores".
Por otra parte, aconseja extremar la hidratación a aquellas personas que hacen deportes como la natación o correr al aire libre, en estos caso un mal cuidado puede resecar la piel llegando incluso a un cuadro de dermatitis. En estos casos, además aconseja el uso de emolientes seleccionados cuidadosamente adaptados a la piel.
Más allá de estos consejos es recomendable introducir en el cuidado diario otras pautas de higiene, así debe tenerse en cuenta, como evitar las duchas largas o que el agua esté muy caliente y tratar de no utilizar la esponja o frotarse en exceso. Aparte, recomendar productos de dermocosmética de un laboratorio que responda a sus productos con un departamento médico y farmacéutico competente.