MADRID 24 Sep. (EUROPA PRESS) -
Un fármaco utilizado ya para tratar los síntomas del trastorno también ralentiza la progresión de la enfermedad, según un estudio de la Escuela de Medicina Monte Sinaí en Estados Unidos que se publica en la revista 'The New England Journal of Medicine'.
El estudio ADAGIO sobre atenuación del Parkinson mediante la administración diaria de Azilect (rasagilina) que se ha realizado a lo largo de 18 meses utilizó un diseño novedoso denominado 'comienzo retrasado'. En este tipo de estudio, los pacientes son aleatoriamente designados a comenzar el tratamiento antes o después y luego los investigadores examinan cómo lo temprano en la aplicación de la terapia influye sobre los resultados finales cuando ambos grupos de estudio se encuentran tomando el mismo tratamiento.
El ensayo ha sido uno de los más grandes llevados a cabo en la enfermedad de Parkinson e incluía a 1.176 pacientes con enfermedad de Parkinson muy inicial en 14 países y 129 centros médicos. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a recibir 1 o 2 miligramos de rasagilina por día durante 72 semanas (comienzo temprano) o placebo durante 36 semanas seguido e 1 o 2 miligramos de rasagilina al día durante 36 semanas (comienzo tardío).
Los resultados mostraron que los pacientes no tratados antes que iniciaban la terapia con 1 miligramo por día de rasagilina obtenían beneficios a los 18 meses que no conseguían los pacientes que iniciaban el tratamiento con el fármaco a los 9 meses. Estos resultados son consistentes con la posibilidad de que el fármaco tenga un efecto modificador de la enfermedad que ralentiza su progresión.
Según explica C. Warren Olanow, principal responsable del ensayo, "el descubrimiento de que el tratamiento temprano con 1 miligramo de rasagilina al día proporciona beneficios que no pueden lograrse con la administración tardía del mismo fármaco indica que estos beneficios no son sólo debidos a un efecto sintomático del medicamento y se corresponden con la posibilidad de que el fármaco modifique la enfermedad. De confirmarse esto, sería el primer fármaco identificado que tiene un efecto modificador de la enfermedad de Parkinson y eso son excelentes noticias para los pacientes".
Olanow añade que la necesidad de terapias neuroprotectoras que ralenticen o detengan la progresión de la enfermedad representa una necesidad médica que aún no se ha cubierto. Según concluye el investigador, uno de los obstáculos para un tratamiento de este tipo es la posibilidad de que estos fármacos mejoren los síntomas y por ello confundan la detección del efecto modificador de la enfermedad. Precisamente, el diseño de comienzo tardío intenta superar este problema y eliminar los efectos sintomáticos confusores.