MADRID, 28 Ene. (EUROPA PRESSS) -
Las condiciones ambientales y sociales ejercer una influencia mayor que los factores genético a la de determinar la inteligencia de las personas, según señala el psicólogo social de la Universidad de Michigan, el doctor Richard E. Nisbett, en su próximo libro 'Intelligence and How to Get It: Why Schools and Cultures Count', que publicará el próximo 2 de febrero.
Así, explica que los genes no desempeñan un papel en las diferencias de coeficiente intelectual entre negros y blancos, sino que las diferencias entre esos grupos comienzan temprano en la infancia y se combinan con factores de sociales, culturales y educativos que "ensanchan esa brecha".
En el libro Nisbett analiza un gran número de estudios que señalan que las intervenciones educativas han mostrado que los factores ambientales, que nada tienen que ver con los genes, afectan "poderosamente" la inteligencia.
Asimismo, señala que los grandes logros académicos y profesionales de asiáticos y judíos no se deben a coeficientes intelectuales más elevados, sino a los valores familiares que enfatizan las conquistas y los logros intelectuales, y a culturas que enfatizan el trabajo duro y la persistencia.
Por otra parte, señala que es precisamente en los países menos desarrollados y en los sectores más pobres donde se ve una disminución del potencial intelectual de su población. Entre los factores ambientales, sociales y culturales que influyen en esta situación se encuentra la mala nutrición, un cuidado médico inferior, la baja tasa de amamantamiento y estilos de crianza de hijos que son menos cálidos y dan menos apoyo que los de familias con un status socioeconómico más elevado.
Ante esta situación, el psicólogo afirma que es necesario poner en marcha "una educación intensiva en la primera infancia para los pobres y visitas sociales que enseñen a las familias cómo pueden alentar el desarrollo intelectual". "Tales esfuerzos pueden producir ganancias enormes e inmediatas en el cociente intelectual, y a largo plazo en los logros académicos y ocupacionales", añade.
También aboga por desarrollar programas "ambiciosos" en primaria y secundaria, así como realizar intervenciones simples, que no supongan un coste adicional, y "puedan convencer a los estudiantes de que la inteligencia está en gran medida bajo su control, pueden haber una gran diferencia en los logros académicos".