Más de la mitad de estos pacientes desconocen su diagnóstico por "sobreprotección" de sus familiares
MADRID, 23 Abr. (EUROPA PRESS) -
Los expertos en cuidados paliativos prefieren hablar con el enfermo del problema que tiene y tomar una decisión junto a él "en ese momento" que de atender a las voluntades anticipadas que hizo "cuando esa persona estaba sana". Esto disminuye su sufrimiento y mejora su situación, frente a los que permaneces ignorantes de su diagnóstico.
Así lo ha asegurado a Europa Press la responsable académica del Centro de Formación del Hospital Centro de Cuidados Laguna de Madrid, la doctora Encarnación Pérez, que además es la coordinadora científica de la jornada 'Reflexiones éticas al final de la Vida', que ha organizado la Fundación Vianorte-Laguna este miércoles, 24 de abril.
A su juicio, es "en el momento concreto" cuando hay que preguntarle al paciente qué le gustaría. Por ello, sostiene que "lo idóneo" es trabajar con el paciente tiempo antes de que se llegue a un grado de inconsciencia, para así "conocerlo y preguntarle que es lo que querría en ese caso".
Para ella, esto es posible, ya que "habitualmente los problemas se van viendo venir" y se puede conocer la voluntad del enfermo antes de que estos se agraven. De cualquier forma, la especialista, que asegura que las voluntades anticipadas sí prevalecen a la opinión de los familiares, señala que hay unas 100.000 personas que las han registrado, "lo que supone menos de un cuatro por ciento del total de la población".
No obstante, "más del 50 por ciento de los pacientes con enfermedad avanzada desconoce su diagnóstico", tal y como exponen los expertos, circunstancia que Pérez achaca a que, "en algunos casos, están superprotegidos por los familiares". Así, explica que, debido a que la familia no quiere que se les comunique noticias malas, los pacientes no conocen su situación".
En su opinión, es necesario informar a los pacientes ya que, según diversos estudios "el 62 por ciento de los pacientes a los que se les comunica su estado ve como su sufrimiento disminuye y como su situación mejora". Por ello, subraya que "es una pena" que no se llegue a ese conocimiento.
EL PACIENTE DEBE DECIDIR QUÉ INFORMACIÓN RECIBE Y DE QUE FORMA
Lo más óptimo a su parecer es que sea el paciente el que decida que información recibir y como hacerlo, sea sólo o en compañía de sus allegados. Además, Pérez expone que "hay un alto porcentaje de pacientes que prefiere informarse directamente por parte del médico, para así contrastar dudas".
Por su parte, los profesionales siguen un protocolo que consiste en "estudiar en equipo los beneficios y perjuicios de una decisión, informar al paciente dando una recomendación y llevar a cabo la decisión de éste", manifiesta. A su juicio, el enfermo es "el objeto y el sujeto de la decisión".
Sin embargo, éste tiene derecho también a no ser informado si esa es la opción que demanda. Sea cual sea su decisión debe quedar constancia en la historia del paciente para que sea del conocimiento de otros profesionales que participan en su abordaje.
En este sentido, Pérez indica que éste es "imposible" desde el perfil de un solo profesional, por lo que participan en él "las cuatro esferas de los cuidados paliativos, la espiritual, la social, la física y la psicológica". En ello, cada sanitario aporta "su granito de arena", como es el caso del enfermero, que es "el que realiza la primera valoración del paciente", señala.
Por último, la coordinadora científica de esta jornada para la que hay inscritos ya 170 profesionales y que despierta "bastante interés en la población sociosanitaria", destaca los cuidados paliativos y su "gran relevancia". Éstos favorece que una persona en sus últimos momentos "continúe tratada en la excelencia y pueda morir con un gran confort, en paz y con sus seres queridos", explica.
Además, afirma que también son importantes para los familiares al hacer que todo el proceso de enfermedad culmine "atendiéndoles idóneamente". Por ello, asegura que se les ofrece ayuda psicológica, y consejos si son ellos los que atienden al enfermo en el domicilio o, una vez fallecido el paciente, para llevar "un duelo normalizado".