MADRID, 14 May. (EUROPA PRESS) -
La vuelta a la normalidad puede ser una gran oportunidad para hacer cambios en los hábitos de vida, que son "la herramienta más efectiva para abordar la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, entre muchas otras", según expertos de la Fundación Española del Corazón (FEC), que también apuntan que reducen la situación de vulnerabilidad ante una eventual infección, como la del coronavirus.
Además de seguir una alimentación variada y equilibrada y llevar unos patrones de descanso y trabajo adecuados, "la actividad física se posiciona como el principal antídoto frente a la obesidad, el sobrepeso y sus consecuencias metabólicas (resistencia a la insulina, disfunción endotelial, inflamación crónica, etc), que se manifiestan en las enfermedades crónicas más vinculadas a riesgo de hospitalización, necesidad de UCI y mortalidad por el COVID-19. Y entre esas enfermedades se encuentran las cardiovasculares", explica Amelia Carro, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y vocal de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC.
Por eso, tanto la SEC como la Fundación Española del Corazón (FEC) valoran "de forma positiva" que se haya concedido un rol importante a la actividad física durante la salida del confinamiento, aunque piden "prudencia y responsabilidad" en el inicio o reanudación de la actividad física.
Lucía Guerrero, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y colaboradora de la FEC, explica que "los que nunca habían realizado ejercicio antes del confinamiento deben comenzar con programas que garanticen la participación a lo largo del tiempo, es decir, sencillos, accesibles, fáciles de realizar, realistas y alcanzables". Lo ideal es realizarlos todos o la mayoría de los días de la semana, con una duración de 20-30 minutos, según esta experta.
Los que siempre hayan realizado ejercicio físico pero durante el confinamiento han estado inactivos, deben saber que "la reducción de los niveles de actividad física conduce principalmente a la disminución de la aptitud neuromuscular y cardiorrespiratoria". Así, la experta aconseja un regreso progresivo y gradual.
Aquellos que hayan seguido entrenando en su domicilio también deben comenzar gradualmente, "evitando volúmenes e intensidades elevadas en las primeras semanas de ejercicio", dice Guerrero, quien remarca también la importancia de los ejercicios de fuerza: "Además de contribuir a la reducción de caídas, fracturas y al mantenimiento de la autonomía e independencia funcional, el entrenamiento de fuerza se asocia a la mejora de los factores de riesgo cardiovascular tales como la presión arterial, la grasa corporal o lípidos en la sangre y la reducción de la resistencia a la insulina".