Consideran que migrar a las alternativas con menos toxicidad permitiría dedicar fondos públicos a otras enfermedades
SANTA CRUZ DE TENERIFE, 17 Dic. (EUROPA PRESS) -
El experto en salud pública, ex director del Servicio Canario de Salud (SCS) y actual miembro del Comité canario de expertos del Covid-19, Antonio Sierra, y el también médico y experto en tecnología de medicamentos José María Recalde consideran científicamente acreditado que eliminar la combustión del consumo de tabaco reduce "infinitamente" el daño a la salud de los fumadores y que, además, aligeraría el gasto público en la atención a enfermedades derivadas tradicionalmente del tabaquismo.
Para Sierra oponerse a los nuevos productos como el cigarrillo electrónico o el tabaco calentado por no considerarlos 100% seguros es una visión "manipulada" y "tramposa" de la información, porque "lo que es seguro es que reduce el 95 por ciento" la exposición a tóxicos y que provoca un impacto en la salud "infinitamente más pequeño".
El experto incidió en que por supuesto lo mejor para la salud es dejar de fumar completamente, pero remarcó que para aquellos que no pueden o no quieren dejar de fumar reducir su exposición a tóxicos al 5 por ciento de su dosis actual conlleva "evidentemente muchísimos menores" riesgos para la salud.
"Cierto que se desconoce a largo plazo qué impactos podrá tener, pero evidentemente van a ser muchísimo menores que los del cigarrillo de combustión. Mejor es no fumar, pero de los males el menor. Es infinitamente más pequeño el impacto", remarcó en el Encuentro informativo organizado por Europa Press 'Tabaco, tecnología y ciencia: ¿su transformación definitiva?', patrocinado por Philip Morris.
Recalde, por su parte, dijo coincidir en esa "perspectiva toxicológica", que declaró como "muy aceptada", sobre una reducción del riesgo asociado al tabaquismo si se reduce la exposición a muchos de sus "componentes nocivos", sobre la que hay una "larga experiencia en identificarlos".
Para el experto, si se exige "demasiado" en cuanto a constataciones a largo plazo lo que se está haciendo es "retrasar decisiones" de cambio a una alternativa menos perjudicial.
No se trata, en este sentido, de hacer una excepción científica a este tipo de productos sino que, explicó Recalde, hay "muchos medicamentos que se han aprobado, por ejemplo para el tratamiento de la diabetes o la hipertensión, que se aprueban a partir de indicadores subrogados".
"Por ejemplo, hay datos que apoyan que la reducción de los niveles de azúcar se asocian a una disminución de las complicaciones cardiovasculares", referenció. "Si le estamos pidiendo demasiado para tener una seguridad mayor en cuanto al impacto, probablemente el impacto, bajo mi perspectiva, beneficioso sobre la salud pública va a ser menor", abogó.
DATOS "SUFICIENTES" PARA UNA "EVALUACIÓN RIGUROSA" DE NUEVOS PRODUCTOS
Para Recalde, "tenemos elementos suficientes como para considerar con interés una evaluación rigurosa desde las perspectivas de las tecnologías sanitarias" de estos nuevos productos dispensadores de nicotina, que podrían servir "para hacer unas recomendaciones más basadas en la evidencia y que, de alguna manera, permitan reducir la carga de la enfermedad que supone el hábito del tabaquismo".
En concreto, Recalde incidió en que un elemento "importante" para el análisis es "la tecnología que se está usando" y declaró como "el más avanzado el tabaco calentado", que logra una "reducción hasta el 95% de las sustancias perjudiciales". En su opinión, además, el nuevo producto que "más se acomode" a la experiencia del cigarrillo convencional "tendrá más aceptación por parte de los actuales fumadores".
El cigarrillo de combustión, dijo contiene muchas sustancias "perjudiciales" fruto del proceso que quemado: un "riesgo confirmado de todo tipo de enfermedades", mientras que los nuevos productos "reducen" esos riesgos eliminando el que "absolutamente" es el principal problema del cigarrillo: la combustión.
"[Lo peor] son las sustancias que se liberan como consecuencia de la combustión; la nicotina tiene efectos tóxicos pero salvo en niños realmente es muy rara y determinados efectos asociados descritos en los fumadores habituales apuntan a que desarrollan mecanismos por los que estos efectos no son tan pronunciados", recalcó.
MÁS FONDOS PÚBLICOS PARA ATENDER OTRAS ENFERMEDADES
Recalde puso encima de la mesa también el potencial ahorro de costes para la sanidad pública, dado que estamos hablando de acciones tomadas por los propios consumidores y, por tanto, sufragados de manera directa. "Esta intervención no supone un coste adicional porque es sufragado por los propios usuarios, con lo que entre los probables beneficios está la mayor disponibilidad de fondos públicos para atender otras enfermedades. Liberaría recursos", aclaró.
Los datos científicos favorables, dijo citando un estudio publicado en Italia tras estudiar la evolución durante 3 años, apuntan a "cambios en la presión arterial, el peso y en la función respiratoria que se asemejan a aquellos pacientes que han dejado de fumar".
Por ello, defendió también la postura británica de no restringir tanto a estas nuevas alternativas como al cigarrillo convencional en los espacios públicos.
"¿Que necesitamos más información? Sí; ¿que esta información debe ser evaluada? Absolutamente; ¿que este tipo de sustancias tienen que estar reguladas? Yo creo que sí; ahora, de alguna manera como los británicos, ¿aquellos productos que tengan menos riesgo que el tabaco de combustión deben tener la mismas regulaciones y limitaciones que los productos de tabaco más perjudiciales? Ellos consideran que no", concluyó.