MADRID, 7 May. (EUROPA PRESS) -
Una metástasis intraocular puede ser el primer hallazgo de un carcinoma de cualquier localización, por lo que la única medida preventiva es acudir al oftalmólogo para someterse a revisiones periódicas, según aseguró hoy el doctor José Luis Encinas, jefe de la Unidad de Oftalmología de la Clínica La Luz.
Generalmente, los síntomas delatores de los tumores intraoculares comienzan con alguna alteración visual, como es la percepción de "moscas volantes" o la pérdida de una parte del campo visual. "En otras ocasiones cuando se sitúan en el área central de la retina, en el área macular, se puede comenzar a percibir con una grave pérdida de agudeza visual. Pero, hay que tener presente, que existen tumores silentes que no tienen apenas manifestaciones clínicas y que únicamente pueden detectarse en un examen rutinario o cuando tienen un tamaño muy elevado", concluye el doctor Encinas.
Este experto indicó en un comunicado que las consecuencias de un diagnóstico tardío del tumor intraocular "podría ser desde la pérdida de la agudeza y del campo visual en su totalidad hasta la pérdida anatómica del globo ocular, si el tumor sigue una evolución progresiva hasta alcanzar tamaños muy elevados, siendo necesaria la extirpación del ojo".
Ante los casos de tumores intraoculares, en los últimos años, el objetivo de los oftalmólogos ha sido encontrar un tratamiento dirigido a eliminar el tumor y, al mismo tiempo, permitir la conservación de la función del ojo.
La técnica de braquiterapia consigue inactivar el tumor sin necesidad de que el paciente pierda el globo ocular. Esta intervención consiste en aplicar una placa suturada en el ojo que lleva un isótopo radiactivo, como el yodo-125 o el rutenio. Esta placa que porta el isótopo permanece en el ojo durante un tiempo que varía entre 2-6 días, al cabo de los cuales es retirada.
El doctor Encinas explicó que "gracias a esta técnica se ha conseguido aumentar la calidad de vida de los pacientes, debido a que no sólo es posible conservar el globo ocular de la persona afectada, sino también por el hecho de lograr en la mayoría de los casos un grado aceptable de visión".
LOS SÍNTOMAS
Los tumores benignos más frecuentes en oftalmología son los nevus, y en el caso de los malignos, los melanomas y las metástasis. Muchas de éstas no se diagnostican porque "no llegan a producir síntomas durante toda la vida cancerosa del paciente, advirtió el doctor Encinas.
En este sentido, este especialista añadió que no es posible hablar de factores de riesgo. En algunos casos de tumores en la infancia, como la retinoblastoma, sí existe un perfil genético claro y se sitúa en el terreno de lo hereditario, existiendo también formas esporádicas que puede tener una capacidad de transmitirse a los descendientes. "Hay otros tumores como el melanoma, con el que se ha especulado mucho sobre si podría tener una causa en el sol o en factores externos. En la mayoría de los tumores intraoculares no existe un perfil especifico de paciente", concluyó.