MADRID, 18 Sep. (EUROPA PRESS) -
La gran mayoría de las epidemias, como la tuberculosis, Covid-19, dengue o malaria "se ceban siempre entre las capas sociales más deprimidas, vulnerables y desprotegidas del planeta", ha resaltado el presidente del Comité Científico de la Red TBS-Stop Epidemias, Julio Ancochea, durante su participación en la 2 Jornada Conjunta de Centros penitenciarios, sociosanitarios y organizaciones humanitarias.
"No, no son justificables las enfermedades de la injusticia y debería ser intolerable la falta de protección y compromiso", ha añadido Ancochea.
En este sentido, el presidente de NeumoMadrid y secretario General de la Red TBS-Stop Epidemias, Javier García, ha explicado que existe un número significativo de casos de tuberculosis (TBC) extrapulmonar, que puede afectar a cualquier órgano y sistema del cuerpo humano.
"Por orden de frecuencia, solemos verla en ganglios, pleura, sistema genito-urinario, huesos y articulaciones, aparato gastrointestinal, sistema nervioso central y columna vertebral. El tratamiento no difiere del de los casos pulmonares, aunque a veces es necesario prolongar la duración del mismo para facilitar la difusión de los fármacos a territorios más complicados (cerebro, articulaciones). Con los esquemas terapéuticos habituales, la curación es la norma", ha explicado.
García ha asegurado que la TBC pulmonar es la que "más nos interesa", ya que es la que muestra capacidad de contagio y la que ayuda a perpetuar altos niveles de incidencia, además de ser "con mucha diferencia la más frecuente", pues según el experto supone más del 70 por ciento de los casos totales.
"La tuberculosis sigue representando un problema importante de salud pública a nivel mundial", y es que, según el último informe de la OMS, "unas 10,6 millones de personas enfermaron en el año 2021, y 8 países, encabezados por India, Indonesia y China, albergaron dos tercios del total de casos", ha subrayado García.
"La mortalidad por esta patología sigue presentando unas cifras inadmisibles: en 2021 fallecieron 1,4 millones de personas sin VIH y otras 187.000 con infección por VIH. España es, en los últimos cuatro años, un país de baja incidencia de TBC; en 2021 se estima que hubo unos 3.754 casos (7,61 casos/100.000 habitantes)", ha lamentado el experto.
Asimismo, Francesca Sánchez, médica adjunta del Servicio de Infecciosas del Hospital del Mar, ha subrayado que "la tuberculosis sigue siendo una enfermedad fuertemente vinculada a las desigualdades sociales, que afecta de manera particular a las personas más vulnerables".
"La tuberculosis, especialmente en su forma pulmonar, es una enfermedad con un impacto comunitario incuestionable y que el abordaje del tratamiento, tanto de los casos activos como de los contactos con eventual infección latente, debe ser sensible a la vulnerabilidad", ha manifestado Sánchez.
EL ABORDAJE DE LAS INFECCIOSAS EN LOS CENTROS PENITENCIARIOS
En la jornada ha participado también el jefe del Área de Salud Pública de la Subdirección General de Sanidad Penitenciaria del Ministerio del Interior, Enrique Acín, quien ha recordado que "las personas privadas de libertad provienen mayoritariamente de situaciones de marginalidad y exclusión. Un alto porcentaje de la población (30%) procede de otros países, algunos de ellos con alta prevalencia de VIH, tuberculosis y hepatitis. En muchos casos el contacto sanitario en prisión es el primero contacto sanitario reglado".
El responsable institucional ha dedicado su ponencia a perfilar la situación de las enfermedades infecciosas en los centros penitenciarios dependientes de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior.
En este sentido, ha indicado que "durante el año 2022 hubo una media de 46.668 personas privadas de libertad internas en los centros penitenciarios dependientes de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior, siendo el 7,2 por ciento mujeres y el 92,8 por ciento hombres. A su ingreso en prisión y según la Encuesta sobre Salud y Drogas en la población penitenciaria (ESDIP 2022) realizada por el Plan Nacional sobre Drogas, el 53,5 por ciento habían consumido alguna droga ilegal en el último mes en libertad y el 6,7 por ciento habían sido usuarios de drogas inyectadas, siendo este el principal factor de riesgo para la adquisición de enfermedades de transmisión parenteral.
En junio de 2023 la prevalencia conocida del VIH en prisión era del 3,2 por ciento siguiendo la tendencia descendente desde principios de siglo (17% en el año 2000). El 95,8 por cientos de los VIH positivos se encontraban en tratamiento antirretroviral con carga viral negativa, de acuerdo los objetivos de ONUSIDA para el año 2030.
Respecto a la hepatitis C solo un 0,9 por ciento de la población presentaba una carga viral detectable, pendiente de inicio o finalización del tratamiento que se inicia al detectar la enfermedad a su ingreso en prisión (11% en 2016).
"Respecto a la transmisión de estas enfermedades durante su estancia en prisión, en el 2022 no se ha detectado ningún caso de seroconversión al VIH y únicamente 2 casos de seroconversión al virus de hepatitis C siendo previamente negativos", ha señalado Acín.
"En cuanto a las enfermedades de transmisión por vía aérea como la tuberculosis, durante el año 2022 se diagnosticaron 27 casos en prisión, con una tasa de 0,5 por mil internos y año, siguiendo la tendencia descendente desde inicio de siglo (5,3 por mil en 2001). La mitad de los casos eran bacilíferas con una mayor capacidad de transmisión", ha concluido.