MADRID, 9 Ene. (EUROPA PRESS) -
Conseguir que nuestros hijos crezcan más felices pasa por incentivar en ellos valores espirituales, como la alegría de vivir o la importancia de la amistad, según demuestra un estudio realizado por investigadores de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, y publicado en la revista 'Journal of Happiness Studies'.
En concreto el trabajo, dirigido por el doctor Mark Holder, los niños que sienten que sus vidas tienen un sentido y que creen en valores, como la amistad, son más felices. No obstante, las prácticas religiosas ejercen un efecto mucho menor en la felicidad del niño.
La relación entre espiritualidad, como sistema de creencias que cada persona para sentirse fuerte y cómodo, y religiosidad --entendida como rituales institucionales, prácticas y creencias-- han sido siempre relacionadas con el incremento de la felicidad en adultos y adolescentes. Sin embargo, se han realizado pocos trabajos para averiguar si esta situación se daba también en los niños.
La investigación dirigida por Holder analizó a un total de 320 niños con edades entre los 8 y 12 años, procedentes de cuatro escuelas públicas y dos colegios religiosos. Los menores completaron seis cuestionarios diferentes para medir su nivel de felicidad, espiritualidad, religiosidad y sus temperamentos. Los padres también fueron interrogados sobre la felicidad y el carácter de sus hijos.
Los autores descubrieron que los menores que decían ser más espirituales eran también más felices. En particular, valores personales como la alegría de vivir y comunales, como la calidad y profundidad de sus relaciones, resultaron ser importantes índices para predecir los diferentes niveles de felicidad entre los niños.
También el temperamento de los menores fue un valioso predictor de su felicidad, ya que los niños más felices eran también los más sociables y los menos callados. La relación entre la espiritualidad y la felicidad se mantenía fuerte, incluso cuando los autores tenían también en cuenta el temperamento del menor.
En contraste, la religiosidad, entendida como acudir a oir misa, rezar o meditar, demostraron tener un efecto mucho menor en la felicidad de los niños. "Aumentar los valores personales puede ser la clave de la relación entre espiritualidad y felicidad", indicaron los autores, quienes apuntan que incentivar la amabilidad con los demás y los actos altruistas puede ayudar a hacer a los niños más felices.