MADRID 28 Ago. (EUROPA PRESS) -
Los perfeccionistas, las personas inseguras y quienes tienen previamente patologías psicológicas son las más afectadas por el estrés posvacional propio de estos días, ya que son las que encuentran más problemas para adaptarse de nuevo a la rutina. La buena noticia es que, según los expertos, normalmente esta situación se supera en un máximo de tres días.
Una pequeña depresión, irritabilidad, falta de concentración, sensación de angustia y una serie de trastornos físicos, como dolor de cabeza y musculares, alteraciones digestivas, pérdida de apetito, fatiga, cansancio, insomnio, bajada de tensión y, en consecuencia, menor rendimiento, son los principales síntomas de este trastorno, según explicó a Europa Press el psicólogo especialista en trastornos de ansiedad y alimentación, Ricardo Ros.
No obstante, este experto considera que, en realidad, "el síndrome postvacacional en realidad no existe: es un invento de los psicólogos para darle un nombre a algo que antes se llamaba sencillamente pereza", derivada de la dificultar que tienen los seres humanos por general de adaptarse a los cambios, del tipo que sean. "Al 60 ó 70 por ciento de las personas les cuesta un poco adaptarse a la rutina después de estar de vacaciones durante un mes, pero normalmente en un día, dos o tres todos nos adaptamos", añadió.
Ros precisa que empieza a ser un problema cuando pasan tres semanas y la persona sigue sin adaptarse. "Ahí se debería ir a un especialista", recomienda. Las profesiones más afectadas son aquellas que tratan directamente con otras personas: policías, enfermeras y los maestros, que, además, son los profesiones que tienen mas meses de vacaciones, "por acumular guardias o por el calendario escolar". y El problema se agrava porque estos profesionales en su trabajo tienen que enfrentarse a problemas graves, lo que supone un cambio más brusco que para el resto. "De hecho, este tipo de profesiones tiene un índice mucho mas alto de abandono después del periodo vacacional".
NO VOLVER EL DIA ANTES DE IR A TRABAJAR
Para afrontar de la mejor manera esta situación, Ros recomienda "no volver de vacaciones el día anterior de empezar el trabajo sino un par de días antes; no intentar adelantar todo lo que no se ha hecho durante un mes y darse tiempo para ponerse al día, e ir adaptándose a los ritmos de sueño y hábitos de comida, para poco a poco ir recobrando la actividad rutinaria".
Además, indica que no es conveniente hablar en exceso de las vacaciones con la familia y los compañeros "porque eso hace que se mantenga en la mente con constancia una historia que ya ha terminado. Por el contrario, "hay que pensar en el futuro, hacer planes para el siguiente fin de semana, ilusionarse con algo nuevo y recuperar el ocio de la vida normal", e incluso, ocupar la mente en preparar poco a poco las vacaciones del año siguiente para pensar mejor en el futuro que en el pasado.
En cualquier caso, señaló que la aparición de este síndrome está también muy relacionada con la motivación y el grado de satisfacción que proporciona el trabajo. "Si estamos muy a gusto no nos cuesta volver porque tenemos muchas ideas para llevar a cabo, pero enfrentarse a una obligación por no tener otro remedio se hace mucho más duro".
Y los niños no se escapan de padecer este trastorno pasajero. "En los primeros días de clase también lo pasan mal. Después de dos meses de vacaciones les cuesta adaptarse, aunque si están a gusto en la escuela están deseando volver a ver a sus compañeros y regresar a la rutina", señaló el experto.