MADRID, 1 Oct. (EUROPA PRESS) -
Desde la puesta en marcha en 2015 del Plan Estratégico Nacional para el tratamiento de la Hepatitis C, en España se ha tratado con antivirales de acción directa a 132.851 pacientes, y se ha obtenido un efectividad terapéutica del 95,7 por ciento, según datos del Ministerio de Sanidad dados a conocer con motivo del Día Internacional contra esta enfermedad.
Actualmente en la población general, según el informe realizado en 2017-2018 en el marco de la Atención Primaria, el nivel de prevalencia de esta enfermedad es bajo. Así, en las personas de 20 a 80 años la prevalencia de anticuerpos frente al virus de la hepatitis C es de 0,85 por ciento y la prevalencia de infección activa de 0,22 por ciento. Un 29,4 por ciento de las personas con infección activa no estaban diagnosticadas a finales de 2017.
Hace años Sanidad se marcó como objetivo eliminar las hepatitis víricas como problema de salud pública en el año 2030, para conseguirlo la prevención es clave en el abordaje de la infección. Y, por ello, es importante seguir insistiendo en las campañas de sensibilización, programas de reducción de daños, así como en la revisión de las normas de los centros de estética, tatuajes, piercing y micropigmentación.
"También resulta necesario mejorar el conocimiento sobre el diagnóstico tardío así como reforzar el diagnóstico precoz", explica Julia del Amo, directora del Plan Nacional del Sida. Con este fin se ha constituido un grupo de trabajo consultor, formado por representantes de diferentes administraciones, asociaciones de pacientes, ONGs y sociedades científicas, para abordar la mejor estrategia de diagnóstico y cribado en España.
Del Amo considera "imprescindible vincular a todas aquellas personas que tienen un diagnóstico al seguimiento clínico y al tratamiento ya que el aclaramiento viral alcanzado no sólo supone una mejora de su calidad de su calidad de vida y supervivencia sino que impide la transmisión de la infección".
VÍAS DE TRANSMISIÓN
La infección por virus de la hepatitis C afecta a personas que han estado expuestas a transfusiones de sangre, uso de hemoderivados y trasplantes de órganos de donantes con virus de la hepatitis C realizados antes de la detección sistemática del virus así como a otras intervenciones realizadas sin medidas de control adecuadas. Además, otra de las principales vías de transmisión es el uso compartido de materiales de inyección de drogas con personas con infección por virus de la hepatitis C.
Por ello, se recomienda que las personas que hayan consumido drogas esnifadas o inyectadas o recibido productos sanguíneos antes de 1990 se hagan la correspondiente prueba. También deberían hacérsela quienes se hayan sometido a intervenciones sanitarias, tatuajes o piercings sin el correspondiente control o que hayan mantenido relaciones sexuales de riesgo.
Tampoco se deben olvidar aquellos pacientes en hemodiálisis o con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana o el virus de la hepatitis B y las personas internas en centros penitenciarios así como el personal sanitario expuesto a procedimientos que supongan riesgos biológicos.