MADRID 5 Feb. (EUROPA PRESS) -
Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) han realizado el primer ensayo clínico que demuestra que, tanto el etanol como los polifenoles presentes en el vino tinto, tienen efectos beneficiosos sobre las moléculas inflamatorias causantes de la ateroesclerosis en sus estadios tempranos.
Estos investigadores, liderados por los doctores Ramón Estruch, Francisco José Tinahones y la doctora Dolores Corella, han descubierto también que la combinación de ambos compuestos es más eficaz en pacientes con alto riesgo cardiovascular.
El trabajo, publicado en 'American Journal of Clinical Nutrition', mostró cambios positivos en el perfil inflamatorio de estos pacientes que indican que su consumo moderado podría ser beneficioso en las primeras etapas de la aterosclerosis contrarrestando su progresión.
La denominada "paradoja francesa" se refiere al hecho de que los habitantes de ese país sufren una incidencia relativamente baja de enfermedad cardíaca, a pesar de tener una dieta rica en grasas saturadas.
Esto llevó a especular con la posibilidad de que se debiese a un mayor consumo de vino tinto, que contiene una elevada concentración de polifenoles, unos compuestos potencialmente beneficiosos para el corazón.
Sin embargo, lo que hasta ahora nunca se había demostrado era que el etanol o contenido alcohólico también contribuyesen a reducir la inflamación arterial y celular.
Según el doctor Estruch, "nuestros resultados sugieren que, tanto el etanol como los compuestos no alcohólicos, contribuyen a los efectos antiinflamatorios del vino tinto".
"Su contenido fenólico puede modular las moléculas de adhesión leucocitaria, mientras que el etanol y los polifenoles que contiene pueden modular los mediadores solubles inflamatorios en pacientes con alto riesgo de enfermedad cardiovascular", asevera.
Para realizar este estudio, el equipo del CIBERobn reclutó a 73 varones de alto riesgo cardiovascular con edades comprendidas entre 55 y 75 años. Se seleccionó a los que eran consumidores moderados de alcohol --entre 1 y 3 bebidas diarias-- y tenían diabetes o tres de los siguientes factores de riesgo cardiovascular: tabaquismo, hipertensión arterial, colesterol, sobrepeso u obesidad y/o antecedentes familiares de enfermedad coronaria prematura. De los 73, un total 67 cumplían con los criterios de inclusión.
El estudio fue abierto, aleatorizado y cruzado y el ensayo clínico controlado. Incluyó tres períodos de cuatro semanas después de uno previo de lavado de dos semanas en el que a los voluntarios se les pidió que no consumieran bebidas alcohólicas.
Todos los sujetos recibieron vino tinto --272 miligramos, 30 gramos de etanol al día--, la misma cantidad de polifenoles pero sin alcohol en forma de vino de color rojo (272 miligramos) y ginebra (que no contiene polifenoles: 100 miligramos, 30 gramos de etanol/día) durante cuatro semanas. Antes y después de cada intervención se analizaron 18 biomarcadores inflamatorios en suero y siete celulares y fueron evaluados.
Los investigadores constataron que la prueba sólo de alcohol (ginebra) ejerció un efecto antiinflamatorio en pacientes de alto riesgo y disminuyó los niveles de algunos marcadores inflamatorios. La intervención sólo con compuestos fenólicos --vino tinto sin alcohol-- mostró la disminución de las concentraciones séricas de otros mediadores de la inflamación.
Otra de las conclusiones obtenidas es que la combinación del etanol y polifenoles que contiene el vino tinto afectan más a los pacientes con alto riesgo cardiovascular, cuyos biomarcadores inflamatorios se vieron reducidos en mayor medida.
El descubrimiento de que los distintos componentes tienen diferentes efectos sobre las moléculas inflamatorias es muy importante porque, según explicó el doctor Ramón Estruch Riba, "el estudio provee una nueva e importante evidencia mecánica de que la reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular entre los bebedores de vino tinto observado en la mayoría de los estudios epidemiológicos puede ser consecuencia de una combinación de ambos, el alcohol y los polifenoles del vino, y no sólo de estos últimos como se creía hasta ahora".
A lo que añadió que "alrededor de la mitad de los participantes estaban tomando medicación contra la hipertensión, aspirina o hipoglucemiantes orales, lo que hace que los resultados del ensayo sean relevantes para los pacientes en el mundo real, ya que los efectos positivos constatados no son incompatibles con los tratamientos de estos trastornos".
El profesor Estruch dice que estos hallazgos "abren una nueva vía de investigación encaminada a clarificar la implicación clínica de la modulación de estos biomarcadores y el papel de cada componente de las bebidas alcohólicas y sus correspondientes efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular".