WASHINGTON (ESTADOS UNIDOS), 12 (Reuters/EP)
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha mostrado su preocupación por el incremento de la esperanza de vida de la población mundial, que vive una media de tres años más de lo previsto, lo que hace que el coste del envejecimiento sea un 50 por ciento más alto y que muchos gobiernos y fondos de pensiones no estén preparados para asumirlo.
Así se desprende de un estudio en el que alertan de que la longevidad está comenzando a ser un problema "mayor de lo previsto" que "empieza a pesar en los presupuestos estatales". Además, las previsión es que para el 2050 habrá tantos mayores de 65 años como trabajadores.
De hecho, ante esta situación el FMI ha calculado que "la sociedad necesitaría recursos extra equivalentes a entre un 1 y 2 por ciento del PIB anual", por lo que insta tanto a los Gobiernos nacionales como al sector de seguros privados a que "se preparen para una esperanza de vida más larga".
Estudios previos daban por hecho desde hace mucho que la esperanza de vida se desaceleraría en los países desarrollados, pero los continuos avances médicos han propiciado que esto no suceda de forma tan marcada como se esperaba.
Además, en las economías emergentes ha mejorado el nivel de vida y se está extendiendo el uso de servicios médicos, favoreciendo también un aumento de la esperanza de vida.
Para dar una idea del coste que podría suponer esto, el FMI estima que si las economías avanzadas se hiciesen cargo del déficit en las pensiones que generaría este aumento de la esperanza de vida en tres años, se tendría que apartar el equivalente al 50 por ciento de su PIB de 2010, mientras que las economías emergentes necesitarían el 25 por ciento.
Estos gastos extra se suman a unos gastos totales que los países podrían ver duplicados de aquí al 2050, por el incremento de una población envejecida. Por ello, "cuanto más rápido se afronte el problema los estados, más fácil será gestionar que la gente viva más", ha señalado este organismo.
Para ello, proponen elevar la edad de la jubilación, subir los impuestos para financiar planes de pensiones públicas y reducir beneficios, pasos que la mayoría de las economías avanzadas ya están considerando.
Asimismo, han sugerido que también podrían ayudar al sector privado concienciando a los ciudadanos sobre cómo prepararse mejor para su jubilación, y fomentar la contratación de servicios que protejan a la gente del riesgo de vivir más que sus ahorros.