MADRID 19 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Hospital Infantil de Boston (Estados Unidos) han conseguido dar los primeros pasos para conseguir en el futuro que los niños con bloqueo cardiaco (proceso que consiste en un enlentecimiento del ritmo cardiaco) puedan ser tratados con sus propias células y no tengan que recurrir a la implantación de un marcapasos, según publica la revista 'American Journal of Pathology'. En concreto, trabajando con ratones han logrado diseñar un tejido a partir de células del propio animal que puede sustituir al marcapasos a lo largo de toda la vida del sujeto.
El marcapasos es el es recurso más empleado para tratar esta patología, aunque en el caso de los niños estos aparatos presentan más fallos que se traducen en la necesidad de que los pacientes pasen más veces por el quirófano para que el dispositivo sea reimplantado.
No obstante, los especialistas del Hospital Infantil de Chicago trabajan ya en el desarrollo del primer tejido cardiaco transmisor de la electricidad, realizado mediante técnicas de ingeniería genética con células del propio paciente, que permita al corazón mantener el ritmo adecuado, ya que una de las características del bloqueo cardiaco consiste en que las señales eléctricas no logran pasar de las aurículas a los ventrículos, provocando el fallo del órgano.
"La idea es que en lugar de usar un marcapasos, podríamos crear un conductor eléctrico que conecte las aurículas y los ventrículos", señala el investigador principal del estudio, el biólogo celular Douglas Cowan.
Para conseguir su objetivo, los investigadores obtuvieron células esqueletales de ratones y aislaron unas células precursoras de tejido muscular llamadas mioblastos. Posteriormente dispusieron los mioblastos sobre una superficie de colágeno, creando un pequeño tejido vivo de tres dimensiones que podría ser trasplantado al corazón del enfermo. En laboratorio el tejido empezaba a latir cuando recibía impulsos eléctricos, y sus células musculares producían un tipo de proteína que sirven como canales de iones de unas células a otras, estableciendo entre ellas una especie de conexión eléctrica.
Cuando finalmente fue implantado en ratones, entre la aurícula y el ventrículo derechos, las células implantadas se integraban con el tejido cardiaco circundante y se emparejaban con las células cercanas. De hecho, en un tercio de los tejidos implantados se establecieron canales de comunicación eléctricos que desaparecían cuando los tejidos eran retirados. No obstante, los implantes seguían funcionando a lo largo de toda la vida de los ratones (unos tres años).