MADRID, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad de California de San Francisco (Estados Unidos) ha demostrado por primera vez en humanos que el alcohol libera endorfinas. Tras especularse desde hace 30 años la teoría de que la ingesta de bebidas espirituosas provoca la secreción de estas proteínas en determinadas zonas del cerebro -lo que produce sensaciones de placer que podrían conducir a la adicción- esta universidad lo confirma definitivamente.
El artículo, publicado en 'Science Translational Medicine' y recogido por Europa Press, confirma que las endorfinas desencadenan las emociones positivas que se experimentan en el estado de embriaguez. "Nuestro estudio aporta las primeras pruebas directas de cómo el alcohol hace que la gente se sienta bien", asegura la autora principal e investigadora de la universidad americana, Jennifer Mitchell.
Las endorfinas tienen efectos opiáceos y se liberan en el núcleo accumbens y en la corteza orbitofrontal, ambas del cerebro. Pero en el estudio elaborado han descubierto que el receptor opioide que actúa con ellas "es el receptor Mu". Para los autores, este conocimiento permitirá "mejorar los métodos y medicaciones para tratar los problemas con el alcohol".
Para llegar a estas conclusiones, que publica la Agencia SINC, los investigadores analizaron las respuestas cerebrales de 13 personas con un alto consumo de alcohol, y de otras 12 que no bebían de manera habitual. En todos los casos la ingesta de alcohol produjo una liberación de endorfinas, pero las sensaciones de placer sólo fueron unánimes "cuando lo hicieron en el núcleo accumbens".
Sin embargo, al liberarse estas proteínas en la corteza orbitofrontal "solo se incrementaron los sentimientos positivos en los bebedores habituales". Este hecho indica que "el cerebro de los alcohólicos está modificado, de manera que encuentran más placentero el consumo de alcohol", explica Mitchell.
Otro de los datos de interés que arroja el estudio es las posibles vías sugeridas por el mismo para el tratamiento contra el alcohol. Según esto, la naltrexona puede mejorar la eficacia de las medicinas habituales. Este fármaco "bloquea más de un receptor, y mucha gente deja de tomarlo porque no les gusta cómo les hace sentir", apunta Mitchell.
Para observar los efectos del alcohol en el cerebro, los investigadores americanos utilizaron la técnica de tomografía por emisión de positrones, método que no es invasivo. Previamente suministraron bebidas alcohólicas a los sujetos y dos dosis de carfentanil.