MADRID 19 Nov. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos) han identificado las bases moleculares del rechazo crónico de los trasplantes de corazón, pulmón y riñones que sufren algunos pacientes. Los descubrimientos, que se publican en la revista 'Science Signaling', sugieren nuevos métodos terapéuticos para prevenir el rechazo de trasplantes y sabotear el crecimiento del cáncer.
Los científicos, dirigidos por Elaine Reed, se centraron en el mecanismo existente tras el estrechamiento de los vasos sanguíneos del injerto del donante, que bloquea la sangre que llega hasta el órgano trasplantado. Al reducir los nutrientes y el oxígeno, el órgano finalmente falla, lo que fuerza al paciente a volver a la lista de espera de trasplantes.
Estudios anteriores del mismo equipo científico mostraron que los pacientes con sistemas inmunes que producían anticuerpos para los antígenos de los leucocitos humanos del donante se encontraban bajo mayor riesgo de rechazo crónico.
En su trabajo actual, los investigadores examinaron cómo las moléculas de antígenos de leucocitos humanos del tejido donado provocan una respuesta inmune en el paciente. Los científicos examinaron cómo los anticuerpos del paciente desencadenan señales que promueven el crecimiento excesivo de las células que cubren el interior de los vasos sanguíneos del órgano implantado.
El equipo descubrió que la capacidad de estos antígenos para estimular el crecimiento y movimiento celular depende de una relación compensatoria con otra molécula llamada integrina beta 4.
"La integrina permite a las células sobrevivir y expandirse, algo esencial para la progresión tumoral. Sospechamos que las integrinas 'secuestran' los antígenos de leucocitos humanos y se aprovechan de sus funciones. Cuando suprimimos las integrinas, los antígenos no pudieron hacer que las células se desarrollaran y movieran", explica Reed.
Por otro lado, cuando el equipo suprimió estos antígenos, las integrinas no pudieron apoyar la comunicación celular con su ambiente. El descubrimiento implica que los antígenos de leucocito humano son necesarios en funciones reguladas por las integrinas, como el movimiento celular.
"Lo emocionante desde un punto de vista médico es cómo nuestros descubrimientos ofrecen nuevas oportunidades terapéuticas. Si identificamos medios para interrumpir la relación entre los antígenos de leucocito humano y las integrinas, podremos prevenir el rechazo crónico de los órganos en los pacientes de trasplante", añade la investigadora.
El siguiente paso de los autores del trabajo es investigar cómo las integrinas y los antígenos de leucocito humano funcionan en conjunto para promover el desarrollo del cáncer. La investigación sugiere un nuevo método para detener la progresión del cáncer al evitar la angiogénesis, el proceso por el que un tumor desarrolla su propio suministro sanguíneo.
"Al interferir con la dependencia de las integrinas con respecto a los antígenos de leucocito humano para lanzar señales a las células, podemos sabotear la capacidad celular para desarrollar nuevos vasos sanguíneos que alimentan al tumor", concluye Reed.