MADRID 8 Mar. (EUROPA PRESS) -
El desigual reparto de los roles o tareas entre el hombre y la mujer que se ha producido en las últimas décadas podría haber perjudicado la salud de las mujeres, quienes sufren una "sobrecarga" de trabajo que ha aumentado su estrés y generado un cambio de hábitos que ha multiplicado determinadas patologías, como la obesidad, los accidentes cerebrovasculares o cáncer. Además, ha empeorado su envejecimiento.
Así opina el psicólogo Antonio de Dios, del Hospital USP Marbella, para quien, en las últimas décadas, la mujer ha asumido, progresivamente, tareas tradicionalmente asignadas a los hombres sin que ellos hayan asumido, al mismo ritmo, parte de los roles asignados a la mujer. Por ello, la mujer tiene una "sobrecarga" de trabajo, que puede acabar desencadenando una patología.
Para la doctora Gracia Lasheras, Psiquiatra de USP Dexeus, en este cambio, la mujer ha ganado autonomía económica, pero todavía hoy se sigue "pagando un precio muy alto". "Asumir el rol de madre, de ama de casa y de trabajadora puede descompensar la balanza de demanda externa --lo que el ambiente exige-- versus oferta interna --lo que soy capaz de dar--, desencadenándose el estrés, que se desencadena síntomas como nerviosismo, irritabilidad, falta de concentración e insomnio", apunta.
Asimismo, estos cambios han incidido en la calidad del envejecimiento femenino, equiparándolo al del hombre, sobre todo por la adquisición de hábitos de vida poco saludables, como el consumo de tabaco, el sedentarismo y la peor alimentación. Esto ha hecho también que la esperanza de vida del hombre acorte distancias sobre la de la mujer, que sigue mejorando pero lo hace más lentamente.
Según el doctor Pablo Asensio, especialista en Medicina Interna del hospital USP Santa Teresa (A Coruña), que las mujeres fumen más, sean más sedentarias, sufran estrés y coman mal ha provocado que "se hayan igualado al hombre en la prevalencia de algunas enfermedades determinadas por factores ambientales, como las cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer".
Sin embargo, no todos los cambios son negativos. El mayor nivel cultural de la mujer y la generalización de los programas de cribado y de medicina preventiva también han repercutido de manera importante en la salud de la mujer.
Así, los programas de cribado han mejorado de manera importante el pronóstico del cáncer de mama y de cuello de útero que, a pesar de su incidencia, han visto cómo crece su supervivencia y se reduce la mortalidad "a un ritmo de entre el 1 y el 2 por ciento anual, gracias a la detección temprana y a las mejoras en el tratamiento", según el doctor José María Román Santamaría, jefe de la Unidad de Mama de USP San Camilo.
Por otra parte, la incorporación de la mujer al mercado laboral ha retrasado la edad de la maternidad, un hecho que en algunos aspectos beneficia a la madre y al bebé. El doctor José Luis Prieto, especialista en Obstetricia y Ginecología del Hospital USP San José (Madrid), destaca que estos bebés "suelen ser más deseados" y hay "un menor índice de depresión posparto". "Parece ser que las mujeres que han sido madres más mayores suelen envejecer más lentamente y viven más años", añade.