MADRID, 20 Dic. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de California del Sur de Estados Unidos han descubierto un vínculo directo entre la pérdida de testosterona y el desarrollo de un trastorno en ratones similar a la enfermedad de Alzheimer. Los autores del estudio, cuyos resultados se publican en la revista 'Journal of Neuroscience', también descubrieron que el tratamiento con testosterona también ralentiza la progresión de la enfermedad.
El estudio predice que la terapia basada en la hormona testosterona podría ser útil en el tratamiento y prevención de la enfermedad de Alzheimer en hombres de la tercera edad.
Según señaló Christian Pike, autor principal del estudio, "la implicación para los humanos es que la terapia de testosterona podría algún día ser capaz de bloquear el desarrollo de la enfermedad".
Para investigar cómo interviene la testosterona en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, los científicos tuvieron en cuenta la capacidad de los ratones macho de producir testosterona. A algunos ratones se les administró entonces una forma de testosterona mientras que a otros no se les dio nada.
Según los investigadores, los ratones con bajos niveles de testosterona mostraron aumentos en los niveles de proteína beta-amiloide, que ha sido implicada en gran medida en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Estos ratones también mostraron deterioros en el comportamiento.
Los ratones a los que se proporcionó la testosterona mostraron una menor acumulación de la proteína beta-amiloide y menos deterioros comportamentales. Según Pike el siguiente paso es observar los efectos a largo plazo de la terapia de testosterona en hombres de edad avanzada.
El estudio añade nueva información al entendimiento del papel de las hormonas en el envejecimiento y la enfermedad. Evidencias recientes sugieren que la testosterona podría ser útil en otros trastornos neurológicos.
En un estudio presentado el pasado otoño en la reunión anual de la Sociedad de Neurociencia, investigadores de la Universidad de California del Sur mostraban que la terapia de testosterona mejoraba la coordinación muscular en ratones que sufrían de una forma de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como enfermedad de Lou Gehrigs.