MADRID, 26 Ago. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, han conseguido desarrollar células del hígado a partir de una pequeña muestra de piel humana, lo que puede abrir el camino al estudio de diferentes trastornos hepáticos y al desarrollo de nuevos tratamientos, según informa en su último número del 'The Journal of Clinical Investigation'.
Las enfermedades del hígado son difíciles de estudiar ya que los hepatocitos o células hepáticas no se pueden cultivar en el laboratorio. Por ello, lo que han hecho de investigadores es reprogramar células de la piel para convertirlas en células madre y, a partir de ellas, desarrollar hepatocitos.
En la investigación tomaron biopsias de tejido cutáneo de hasta siete pacientes con diferentes enfermedades hepáticas hereditarias y tres individuos sanos. Así, una vez reprogramadas, consiguieron convertir las células madre en hepatocitos "enfermos" en función del trastorno de cada paciente, al tiempo que desarrollaron células hepáticas "sanas" procedentes del grupo control sin enfermedad.
Los científicos demuestran así como las células madre se pueden utilizar para modelar una amplia gama de trastornos hereditarios, de modo que, al replicar las células del órgano, puedan investigar exactamente lo que está ocurriendo en esta célula enferma y podrán desarrollar y probar la eficacia de nuevas terapias para tratar estas condiciones.
Así lo ha reconocido el director de la investigación, Ludovic Vallier, que apunta que este procedimiento podría ser utilizado para las células de otras partes del cuerpo para obtener avances en enfermedades que afectan otros órganos. No obstante, admite que "queda trabajo por hacer".
En Reino Unido, la enfermedad hepática es la quinta causa de muerte después de los accidentes cardiovasculares, el cáncer, derrames cerebrales y enfermedades respiratorias.
Sin embargo, en los últimos 30 años la mortalidad por enfermedades hepáticas entre los jóvenes se ha multiplicado por seis y para 2012 se espera que este país tenga la tasa de mortalidad más alta de Europa y, sin medidas para combatir la enfermedad, podría incluso superar a la enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular como la principal causa de muerte en los próximos 10-20 años.