MADRID, 27 Jun. (EUROPA PRESS) -
La delegada del Plan Nacional sobre Drogas (PNSD), María Azucena Martí, ha alertado de que el consumo de alcohol en la sociedad "está muy normalizado", y ha recordado sus consecuencias en los niños. "Muchos padres no son conscientes del daño que puede provocar el consumo de alcohol en el desarrollo cerebral de sus hijos adolescentes y eso hace que no den importancia a esta conducta y por esta razón no establecen normas y límites al respecto", ha lamentado.
Una campaña impulsada por Asociación DUAL, en colaboración con el PNSD, alerta de que la permisividad del entorno familiar y la sobreexposición y el intercambio de contenidos en redes sociales suponen "un factor de riesgo" importante en el inicio temprano de consumo de alcohol para menores de edad.
En relación al primer factor, "algunos padres sienten que les falta autoridad", explica el psicólogo y director técnico de Asociación DUAL, Raúl Izquierdo. Según el experto, se enfrentan al dilema del modelado, "padres que hacen un uso razonable del alcohol y que se plantean cómo van a prohibir a sus hijos algo que ellos hacen".
En estos casos, indica que la familia se convierte en un factor de riesgo "de manera involuntaria, no lo pretenden". "Se trata de padres o madres que hacen un uso habitual del alcohol en un contexto de fin de semana, no necesariamente diario, y lo connotan como algo festivo", detalla. Al respecto, Azucena Martí añade que la familia es el "factor de protección más importante frente a las adicciones, aunque lo contrario también es cierto: cuando la familia no funciona adecuadamente se convierte en un fuerte factor de riesgo".
Otras ocasiones el inicio en el alcohol es interpretado por los padres como "algo normal, un rito de paso hacia la vida adulta", apunta Izquierdo. Según el especialista, estas situaciones suelen darse por ejemplo como motivo de celebración o premio "al acabar los exámenes o en un contexto de verano, en el pueblo o en las vacaciones", donde "los padres bajan la guardia". "El alcohol forma parte de nuestra cultura y muchos padres asumen la idea de que en algún momento hay que empezar a beber, lo cual es una auténtica perversión", afirma.
A su juicio, existen también casos de padres "muy tolerantes" con algo que entienden que ellos hicieron bien en su día y "presumen de que los jóvenes de antes sí sabían beber y los de ahora no". "Esto no tiene nada de positivo y lo que hacemos es incitar al menor a que compita con nosotros: de cara al menor no existe el saber beber, no existe el saber emborracharse", zanja el psicólogo.
"EL BOTELLÓN EN EL MÓVIL"
En relación a las redes sociales, argumentan que el principal riesgo es que quiebran las barreras de protección del menor. "Imaginemos el caso de un menor que decide voluntariamente no ir a un botellón y se queda en casa, el botellón va a atravesar las paredes de su casa y va a aparecer en la pantalla de su móvil. De manera activa o pasiva va a participar de él", comenta Izquierdo.
Según afirma el psicólogo, en las redes sociales "la presión de grupo se multiplica". "Tengamos en cuenta que la mayoría de los adolescentes hacen botellón y el que no participa de él se margina, es un mojigato. El adolescente, por lo general, no quiere ser el raro, quiere ser como todos sus amigos", complementa la delegada del PNSD.
Por eso, aunque todas son potencialmente un riesgo en la medida en que "dejan fuera de control y supervisión a los padres", las redes sociales más peligrosas son las de "intercambio de contenidos y mensajes de forma instantánea", advierte. Para Azucena Martí, las redes sociales son "especialmente susceptibles a la publicidad y el marketing del alcohol", algo que contribuye a la "normalización del consumo".