Los cuidadores informales, que suelen ser mujeres que viven en casa del paciente, invierten más de 850 millones de horas al año en su atención
MADRID, 10 May. (EUROPA PRESS) -
El cuidado informal de los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular (ACV) supondría entre 6.533 y 10.825 millones de euros anuales, si los asumiesen los servicios sociales y sanitarios en España, ya que estas personas invierten más de 850 millones de horas al año en la atención de estos pacientes.
Así lo advierte un estudio realizado por la Universidad de Castilla La Mancha y el Instituto Max Weber, con el patrocinio de la farmacéutica Boehringer Ingelheim, cuyos resultados se han presentado este mes en las XXXI Jornadas de Economía de la Salud que ha organizado la Asociación Española de Economía de la Salud (AES).
Los ACV son una de las enfermedades de mayor impacto en las sociedades occidentales. Según datos de 2008, en ese año se registraron casi 32.000 muertes por ictus en España, convirtiéndose en la segunda causa de muerte en general y la primera causa de muerte entre las mujeres.
La Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y Situaciones de Dependencia (EDAD) de 2008 identifica a 329.500 personas que han sobrevivido a un ACV y presentan algún tipo de discapacidad en España. De ellos, un 45 por ciento eran hombres y un 54 por ciento mujeres. Tienen una edad media de 71,7 años. En total, unas 265.600 personas recibían cuidados personales debido a sus discapacidades.
El perfil del cuidador es el de una mujer --son mujeres en el 80,64% de los casos-- que residen en el hogar de la persona accidentada (70,87%). En el 34 por ciento de los casos, los cuidadores llevan más de ocho años ocupándose de la persona superviviente de un ACV. Las tareas que asumen se dividen en dos grandes grupos: actividades básicas de vida diaria, como vestirse, asearse o andar por casa, y actividades de la vida diaria, como hacer la compra o preparar la comida.
CANSADOS, DEPRIMIDOS Y CON PROBLEMAS DE SALUD
Esta sobrecarga supone para las cuidadoras un deterioro de su actividad profesional, problemas de salud y también dificultades en su vida familiar. Así, el 55,39 por ciento afirma sentirse cansado, un 41,96 por ciento ha padecido un deterioro en su salud, un 34,26 por ciento se siente deprimido e incluso un 19,47 por ciento ha tenido que ponerse en tratamiento para poder llevar la situación.
En el ámbito profesional, un 28,31 por ciento asegura que no puede plantearse trabajar fuera de casa, un 17,08 por ciento ha tenido que dejar de trabajar y un 23,56 por ciento confiesa que esta situación les ha supuesto problemas económicos.
Por lo que respecta al nivel más personal, la reducción del tiempo libre (68,72%), no poder marchar de vacaciones (53,04%), no poder quedar con amigos (51,49%) y no tener tiempo para cuidar de uno mismo (39,73%) son los principales problemas detectados entre las personas cuidadoras.
Para los autores de este estudio, la coordinación entre servicios sanitarios, sociales y familias es "un elemento fundamental en el diseño de políticas que persigan la equidad y la eficiencia en la atención a personas dependientes".