BARCELONA 31 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un 40% de las muertes por infarto se producen en invierno ya que el frío provoca un efecto vasoconstrictor en las venas y arterias del sistema cardiovascular facilitando su obstrucción y la aparición de la angina de pecho o el infarto. Además, quienes sufren un paro cardiaco con una temperatura ambiental calurosa tiene mejor recuperación neurológica, según varios estudios presentados en el Congreso Anual de la Sociedad Europea de Cardiología, que se celebra hasta el martes en Barcelona.
Un estudio sobre reanimación cardiopulmonar (RCP) realizado colaborativamente entre distintas universidades y centros de Japón ha revelado una relación directa entre la temperatura ambiental en el momento en que una persona padece un paro cardiaco y la evolución neurológica de estos pacientes.
El estudio 'Ambient temperature at the onset of out-of-hospital cardiac arrest affects neurological outcome after one month', ha analizado a más de 240.000 pacientes mayores de 18 años que sufrieron un paro cardiaco entre enero de 2005 y diciembre de 2010. Se estudió si los factores ambientales como la temperatura ambiental, la presión atmosférica, la humedad y las horas de luz solar obtenidas de la Agencia Meteorológica Estatal en la hora en la que se produjo el paro cardiaco influían en el estado neurológico del paciente a los 30 días de haber sufrido un paro cardiaco.
Tras el análisis de los datos, los investigadores observaron que los pacientes que sufrían el paro cardiaco a una temperatura ambiental mayor, es decir cuando hace más calor, tenían un mejor estado neurológico transcurrido un mes del paro cardiaco.
En este sentido, el doctor Manel Sabaté, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínic de Barcelona, ha precisado que, "aunque estos hallazgos relacionan la temperatura y la recuperación neuronal, los autores consideran que es necesario desarrollar más estudios prospectivos para determinar exactamente cómo influye la temperatura ambiental en la temperatura del propio cuerpo y la recuperación neurológica de los pacientes que sobreviven al paro cardiaco".
Estudios anteriores ya apuntaban la existencia de una variación elevada de muertes por infarto agudo de miocardio (IAM) según la estación del año en la que se producen. Dilaveris et at. analizaron las muertes por IAM durante el 2001 en la ciudad de Atenas y observaron que las muertes en invierno eran un 31,8% superiores que las producidas en verano. Por su parte, otro estudio publicado en 'Journal of the American College y llevado a cabo en Minnesota concluía que existe un aumento de más de un 16% del riesgo de padecer muerte súbita cardiaca en invierno.
El doctor Sabaté ha explicado que "normalmente ocurren más paros cardiacos en invierno. Una de las explicaciones a este hecho es que el frío es vasoconstrictor y puede facilitar la obstrucción de las arterias desencadenando la angina de pecho o el infarto. Es más, existe un tipo de angina relacionada directamente con el frío llamada angina a frigore ya que, con el frío, el paciente tiene dolor de pecho y luego, tras entrar en calor, este dolor desaparece.
Por el contrario, en verano el infarto suele ir más relacionado con la bajada de la presión arterial y la deshidratación. Así, los desencadenantes de los infartos son diferentes según la época del año", y recalca que "numéricamente se dan con menos frecuencia en verano".
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2012 hubo en España un total de 17.644 defunciones por infarto de miocardio. De éstas, el 40% (7.083) se produjeron en los meses de invierno (de diciembre a marzo), mientras que en verano (de junio a setiembre) se produjeron tan solo un 28% (4.975).