MADRID, 6 Oct. (EUROPA PRESS) -
Las fuerzas de seguridad del Estado, el personal sanitario, la administración de Justicia y medios de comunicación son las profesiones que más estigmatizan a las personas con enfermedad mental, personas sin hogar y personas con discapacidad intelectual, según un informe realizado por la Cátedra de Grupo 5 y la Universidad Complutense de Madrid Contra el Estigma, en el que han participado casi 3.000 personas.
"Por el contrario, el profesorado no universitario, los profesionales de servicios sociales o las personas que realizan acciones de voluntariado, muestran mejores puntuaciones en acercamiento y desestigmatización", según Estigma de la Facultad de Psicología, ha sido dirigido por Manuel Muñoz López, catedrático de Evaluación y Diagnóstico Psicológico.
Entre las personas encuestadas, un 21 por ciento reconoce tener o haber tenido problemas de salud mental alguna vez en su vida. Un porcentaje similar, 1 de cada 4 personas, dice convivir con una persona con problemas de salud mental.
Respecto a la disposición para hablar de problemas de salud mental, casi la totalidad (un 96,5%) se muestra dispuesto a compartir experiencias, algo que según concluye el estudio puede ser un factor proyector clave.
La mayoría de las personas considera que es necesario informar de la presencia de problemas de salud mental cuando una persona ha cometido un delito (68,7%), "un aspecto claramente estigmatizador", según Muñoz, que añade que "hay que tener en cuenta que hacer público un diagnóstico médico es constituyente de delito".
Uno de los puntos que denota la presencia de un estigma hacia las personas que tienen problemas de salud mental hace referencia a las palabras empleadas para referirse a ellas: "locos", "zumbados" o "enfermos", estigmatizantes y poco inclusivas.
El estudio también analiza la distancia social, uno de los indicadores clave sobre el estigma, que se refiere a cómo de cerca están dispuestos los encuestados a estar con respecto a una persona con un trastorno mental. Un 44,4 por ciento muestra una intención media-baja de acercamiento a las personas con un problema de salud mental. Mientras, un 65 por ciento de las personas entrevistadas rechaza vivir con una persona con trastorno mental, y a un 40 por ciento no le gustaría que sus hijos se relacionasen con personas con problemas de salud mental.
Por último, respecto a las actitudes hacia las personas con problemas de salud mental, un 42,32 por ciento de las personas entrevistadas manifiestan tendencias autoritarias. Factores como la coacción para que la persona se ponga en tratamiento (5,45/9), la creencia de que van a necesitar ayuda de forma recurrente (6,44/9) o la pena (5,88/9) aparecen también con puntuaciones medias/altas.
Una de las mayores diferencias encontradas en el presente estudio hace referencia al hecho de que las personas que han vivido la experiencia en primera persona de los problemas de salud mental presentan un estigma más bajo que el resto de la población en todas las medidas. Del mismo modo, teniendo en cuenta el contacto con personas con problemas de salud mental, aquellas personas que conocen a alguien con esta condición tienden a estigmatizar mucho menos, con diferencias significativas cercanas al 50 por ciento con respecto a las personas que no tienen gente conocida con problemas de salud mental.
En relación con el género de la persona que responde, los resultados generales parecen apuntar a que los hombres son significativamente más autoritarios, mientras que las mujeres son más benevolentes y exponen mayores creencias de pena, peligrosidad y miedo. Así, la mujer con un problema de salud mental parece ser vista como más necesitada de ayuda, del mismo modo que se es más autoritario hacia ellas. En cambio, en el caso de los hombres con un problema de salud mental, parecen ser vistos como más peligrosos.
RESULTADOS EN CUANTO A DISCAPACIDAD INTELECTUAL
En cuanto a la discapacidad intelectual, los datos de contacto directo señalan que 1 de cada 10 personas dice convivir con una persona con discapacidad intelectual, y la mayoría (64%) conocen a una persona con esta condición.
Uno de los puntos que denotan la presencia de un estigma hacia las personas con discapacidad intelectual hace referencia a las palabras empleadas para referirse a las personas afectadas, como "deficientes", "retrasados", "disminuidos" o, en menor presencia, "subnormales" o "mongolos".
En el caso de los medios de comunicación, destaca que el 65 por ciento de la muestra espere que, ante la comisión de un delito, los medios de comunicación informen de la condición de persona con discapacidad intelectual aunque la inclusión de esa información vulnera en la mayoría de los casos la leyes de protección de datos, no aporta información relevante y refuerza la responsabilidad de los medios en la perpetuación de estereotipos.
PERSONAS SIN HOGAR
De acuerdo con los datos de la encuesta, el 1,3 por ciento de la población española (600.000 personas) habría estado en situación sin hogar. Según el estudio, el 42,9 por ciento son mujeres, frente al 25 por ciento que se creía hasta ahora. "Esto significa que las mujeres no están en los servicios ni en los circuitos tradicionales; es decir, que el grupo de mujeres sin hogar está invisiviizado", ha advertido Muñoz. En este sentido, aclara que las personas sin hogar no son un grupo estanco y estable, sino que es una condición que afecta a muchas personas de forma más permeable a lo largo del tiempo.
Uno de los puntos que denotan la presencia de un mayor estigma hacia estas personas hace referencia a palabras como "indigente" (16,2%), "vagabundo" (14,6%) o "mendigo", empleadas para referirse a las personas afectadas.
En el caso de los medios de comunicación, un 50,7 por ciento de la muestra considera que habría que informar de esta situación cuando la persona comete un delito, a pesar de que la difusión pública de esa información puede considerarse un comportamiento estigmatizante.
Respecto a la distancia social y la distancia de los servicios sólo un 11,5 por ciento muestra su oposición, un dato que contrasta con los movimientos de rechazo vecinales cada vez que se propone la ubicación de un nuevo servicio para personas sin hogar. Además, un 23 por ciento de los encuestados piensan que estas personas "infectan" los espacios públicos.
Por condiciones sociodemográficas, los datos arrojan que los jóvenes tienen menos estigma, mientras que el grupo de mayor edad muestra puntuaciones más estigmatizantes en las dimensiones de ayuda y coacción. Por último, a mayor nivel de estudios, la intención de acercamiento hacia las personas sin hogar es más alta, a la vez que se reducen las atribuciones negativas. En cuestión de género, los datos muestran que los hombres sin hogar son más estigmatizados, mientras que las mujeres estigmatizan menos y son más inclusivas.
Como propuestas, los autores del estudio instan a fomentar una mayor educación emocional y que se hable más de salud mental en los centros educativos. También proponen la puesta en marcha de cursos de formación en estigma de profesionales sanitarios y la revisión del ordenamiento español. "También necesitamos campañas permanentes sobre estigma transversales a los gobiernos", ha finalizado Muñoz.